ESPECTáCULOS › “EL CASO PINOCHET”, DEL CHILENO PATRICIO GUZMAN
El dictador en su laberinto
En su nuevo documental, el director de “La batalla de Chile” recorre el proceso iniciado en España en 1996, con abundantes testimonios y una ácida mirada sobre el encuentro Pinochet-Margaret Thatcher.
Por Martín Pérez
Doce cambios. Sirva el dato para precisar el estado de las cosas en Mar del Plata. Durante el día de ayer un 25 por ciento de la grilla de películas anunciada fue cambiado a último momento por razones de fuerza mayor. Es por eso que lo más difícil para el cinéfilo en Mar del Plata es armar su recorrido con la suficiente antelación. Hay que estar atento a los cambios, a las trasnoches agregadas a último momento, saber cuáles son los films que ya están en Mar del Plata y cuáles son los que faltan llegar a la hora de armar el menú del día. Aunque una de las fijas para el día de hoy, por ejemplo, está asegurada. Se trata del último documental del chileno Patricio Guzmán, El caso Pinochet, que se exhibe en el cine Ambassador 3, a las 18.30, y repite mañana en el Ambassador 2, a las 16.15.
Legendario documentalista chileno, conocido a partir de su monumental obra La batalla de Chile (un extenso film que retrata la lucha entre el gobierno de Allende y la derecha chilena, en tres partes), Guzmán seguramente era el hombre indicado para filmar una crónica sobre el intrincado caso jurídico que terminó llevando al dictador otrora inmune ante una corte judicial. Y lo que entrega su obra al espectador es un contundente caso en contra de Pinochet, como era de esperarse. O no tanto. Porque Guzmán parece contenido dentro de la estructura de su film. No hay ningún juego formal en él, e incluso los testimonios de los testigos que testificaron ante la corte del juez Garzón ocupan gran parte del documental. Demasiado, tal vez, porque por momentos parecen paralizar el ritmo del film. Pero seguramente ocupan el tiempo suficiente, ya que fueron precisamente esos testimonios los que atraparon a Pinochet en su trampa jurídica.
Recorriendo todas las escalas del caso, Guzmán comienza su film con un material tomado en un viaje al norte de su país del juez chileno –también llamado Guzmán– encargado de investigar a Pinochet luego de que fuese liberado en Inglaterra. Lo que Guzmán –el juez– busca son los cuerpos de dos desaparecidos, y lo que la cámara de Guzmán –el director– encuentra es el mejor resumen de lo que fue la dictadura de Pinochet, la razón por la que debe ser enjuiciado. Y lo escucha en la boca de uno de los presentes en esa búsqueda por el sur de Chile, una frase que sirve de prólogo al recorrido por el caso judicial, que va deshilvanando paso por paso, explicando qué es una desaparición, presentando el trabajo de la Vicaría de la Solidaridad en Chile, hasta llegar a la solidaridad de los abogados que decidieron buscar en España –y en el mundo– la justicia tan esquiva en Chile.
Y ese es otro de los ejes del documental de Guzmán. Dejar en claro que la Justicia española no se está involucrando donde no le corresponde, sino que simplemente está haciendo justicia donde no la hay. “Nunca logramos liberar a ningún detenido ni nunca logramos llevar a nadie a juicio aquí en Chile”, se le escucha decir a un abogado de derechos humanos chileno. “Por eso para nosotros el juicio comenzado en España nos despertó orgullo, porque veíamos que nuestro trabajo no había sido en vano. Y hasta nos dio cierta envidia. Es que fue una forma de ver que la justicia existe.”
Didáctico y concluyente, una vez explicado el mecanismo jurídico de un caso que comenzó en 1996 ante la indiferencia general, Guzmán se detendrá en esos testigos que viajaron a Madrid a ser escuchados por primera vez ante un juez antes de ir a la detención de Pinochet. Si bien lo más dinámico del film es su capítulo londinense, y su epílogo chileno con Pinochet encarcelado el mismo día en que Allende fue homenajeado en Santiago, es precisamente lo preciso del trabajo de Guzmán lo que hace emocionante y contundente al film. Que no está exento de grandes momentos, como por ejemplo casi el metraje completo del encuentro entre Pinochet yThatcher. Es el único momento que el narrador, el propio Guzmán, deja entrever un atisbo de ironía en su relato. Hablando del día a día de Pinochet atrapado en su mansión londinense esperando que lo dejen ir, la voz de Guzmán explica: “De vez en cuando vinieron algunas personalidades en apoyo del prisionero”. Acto seguido aparece la ex primera ministra Margaret Thatcher, y se la escucha decir eso que repitieron todos los informativos del mundo: que Pinochet trajo la democracia a Chile y que su gobierno ayudó a Inglaterra durante la Guerra de las Malvinas. Pero al final de ese encuentro, también se escucha decir a Thatcher –antes de la despedida final– “esto es una película, así que saludémonos”.
En la primera función a sala llena de El caso Pinochet en Mar del Plata, que se llevó a cabo el domingo, se pudo ver entre los presentes a Fernando Solanas, cuyo film La hora de los hornos sirvió como inauguración del ciclo “Historias de la Revolución”, una retrospectiva que recorre los films más representativos del cine político de América Latina de los años ‘60 y ‘70. “Junto al público estamos preservando una memoria que se hace tangible realidad en cada voz que hoy se alza en nuestra América Latina, reclamando una vida más justa”, escribió Luis Gutmann, responsable del ciclo, en el catálogo oficial. Gutmann se refiere a quienes lo ayudaron a compilar las películas, pero sus agradecimientos hacen bien en no mencionar a los cines donde se deben pasar esas películas, porque al menos los de Mar del Plata se negaron a hacerlo. Y es por eso que el ciclo está condenado a la sala La Subasta, que en realidad es un bar más cercano a la Terminal de Micros que al Auditorium, en cuyas improvisadas instalaciones se proyectan las copias de los films de Gerardo Vallejo, Miguel Littin o Raymundo Gleyzer.
Dentro de este ciclo, ya se pudieron ver los sorprendentemente modernos films del cubano Tomás Gutiérrez Alea (Historias de la Revolución y, especialmente, Memorias del subdesarrollo) y hoy se exhibirá la legendaria Tierra en trance, del mítico brasileño Glauber Rocha (a las 14). Mañana será el turno de El chacal de Nahueltoro, del chileno Miguel Littin (a las 22), y pasado Tres tristes tigres, del también chileno Raúl Ruiz (a las 13.30).