ESPECTáCULOS › “VERA DRAKE”, DE MIKE LEIGH, SE ALZO AYER CON EL LEON DE ORO
Sobre el aborto y la eutanasia
El film consagrado en Venecia narra la historia de una mujer procesada por practicar abortos. Javier Bardem, Mejor Actor, interpreta a Ramón Sampedro, tetrapléjico que pedía morir.
El film Vera Drake, del realizador británico Mike Leigh, se llevó ayer por la tarde el León de Oro al ser consagrado como la mejor película del Festival de Venecia. La historia de Vera Drake se basa en la vida de una mujer inglesa de los años 50, una madre y esposa ejemplar e irreprochable, que durante años se dedica, en secreto, a practicar abortos a mujeres desesperadas. Su protagonista, la también británica Imelda Staunton, se alzó con la Copa Volpi a la Mejor Actriz. El premio al Mejor Actor fue a parar a manos del español Javier Bardem, por su trabajo en Mar adentro, del realizador Alejandro Amenábar, que constituye a su vez un poderoso alegato a favor de la eutanasia. Por su parte, el codiciado León de Plata al Mejor Director le correspondió al surcoreano Kim Ki-duk, por Binjin, lo cual es doblemente consagratorio y lo eleva al podio de los directores jóvenes con mayor proyección internacional, ya que el mismo premio, el Oso de Plata, le fue otorgado recientemente en Berlín por Samaria.
Con el premio mayor a la Mejor Película y el refuerzo de premio a la Mejor Actriz, Vera Drake, de Mike Leigh, quedó ayer convertida en la estrella de Venecia. Imelda Staunton, de amplísima trayectoria en su país tanto en cine como en teatro, convenció al jurado de que su interpretación fue la mejor. Dirigida sobriamente por Leigh, Staunton se hizo cargo de encarnar a una mujer respetada, común, con una familia sólida compuesta por marido e hijos, que sin embargo se dedica en silencio a practicar abortos a mujeres de familias pobres que no pueden o no desean continuar con sus embarazos. El film replica las condiciones difíciles y amargas en las que los abortos se llevaban a cabo en Gran Bretaña después de la Segunda Guerra. Las condiciones que refleja la película ganadora de Venecia no difieren demasiado, sin embargo, de las que siguen imperando en buena parte del mundo. Vera Drake narra su detención y procesamiento cuando sus actividades son conocidas y empieza entonces el derrumbe de esa mujer que estaba convencida de ayudar a otras. El film de Leigh evita el tono emocional y se restringe a una narración austera, que deja hablar a los sucesos por sí mismos.
Por su parte, la jornada veneciana de ayer también funcionó como confirmación de la estatura que para el cine europeo tiene el nombre del español Javier Bardem. En Mar adentro, la película del director Alejandro Amenábar, Bardem interpreta al tetrapléjico Ramón Sampedro, un hombre que supo llamar en su momento la atención mundial debido a sus deseos desesperados para poder morir en paz. Mar adentro es, así, un film que insta a una profunda reflexión sobre el derecho a la eutanasia. Esta es la segunda vez que Bardem se lleva en Venecia el premio al Mejor Actor, ya que en el 2000 lo obtuvo por su trabajo en Antes que anochezca, interpretando al poeta cubano Reinaldo Arenas. Los perfiles de criaturas que Bardem elige interpretar guardan cierta línea de padecimiento, tienen la piel dura y resisten. Pese a que Europa no deja de reconocerlo y de premiarlo, Bardem, miembro de una familia de artistas y actor él mismo desde sus cuatro años, también se resiste, como sus personajes, pero al llamado de Hollywood. Ninguna oferta hasta ahora ha podido convencerlo de cruzar de continente, pero, sobre todo, de cruzar de estética. Aceptó, sí, recientemente, una pequeña participación en Colateral, de Michael Mann, y ahora se apresta a participar de los films The last face, junto a Sean Penn, y de Che, de Steven Soderbergh, junto a Benicio del Toro.
Los principales reconocimientos del Festival de Venecia se concentraron, así, con el apoyo y el subrayado de dos de las mayores distinciones para Vera Drake, y con el premio a Bardem por su interpretación de Ramón Sampedro en la dramática semblanza de Mar adentro, en dos temáticas sociales de las más polémicas y urticantes no sólo en Europa, sino también y especialmente fuera de ella, en muchos países en los que tanto el aborto como la eutanasia siguen siendo temas tan tabúes que no alcanzan ni siquiera a generar debates serios.