ESPECTáCULOS
El lenguaje del silencio
Una de las actividades de la apretada agenda de Gilberto Gil en tierra misionera fue su participación en el Foro de Pensamiento Latinoamericano, en el marco del Festival Internacional de Cultura de las Tres Fronteras. Allí compartió el panel con su par Torcuato Di Tella y con el catedrático paraguayo Gerardo Fogel, quien con un exaltado tono discursivo dio su versión algo mítica de los pobladores guaraníes originarios. Di Tella comparó al Mercosur con las experiencias de integración de los países europeos y con el “cada vez más mitológico invento del ALCA”. “El Mercosur debería llamarse de otro modo, parece el nombre de un supermercado de barrio”, deslizó Di Tella. “Y está bien que sea un mercado, pero ahora hay que pasar a otra cosa, dar el salto que dio Europa, buscar además instituciones comunes. En eso estamos, pero lleva tiempo.”
Cuando llegó su turno, Gilberto confesó haber sido atacado por un “deseo profundo de silencio”. “Esta angustia de la palabra que me invadió de repente es lo que quería comunicar”, comenzó diciendo Gil, y lo explicó mejor definiéndose: “Hoy el ministro de Cultura de Brasil no es un intelectual, un investigador, un profesor, un hombre del pensamiento. Es un artista de la música popular. Un artista que ‘se hizo’ en la dimensión de las calles, de las gentes simples de Brasil, cuyo lenguaje es la música, la palabra reducida, simple, económica de la poesía popular. Por eso muchas veces este hombre, ministro de Cultura de Brasil, es tomado por este deseo profundo de callar, silenciar, y de que un lenguaje más directo con el que todos podamos comunicarnos sea posible. Yo añoro la palabra pequeña, la palabra suficiente, la palabra en sí”, expresó, y terminó en la misma línea: “En fin, para hablar del deseo de no hablar ya hablé suficiente, para invocar el silencio ya lo corrompí bastante”. Como ocurre en muchos de los actos protocolares a los que asiste el ministro Gil, el Foro terminó con guitarreada. El director nacional de Música y Artes, Rolando Goldman, se sumó tocando el charango mientras Gil cantaba Paz y Cambalache, al que definió como “el himno del planeta”.