ESPECTáCULOS
Nicola íntima
Nicola Costantino es osada: editó una colección de jabones con su propia grasa y los envolvió en un sistema promocional digno del mejor aparato de marketing, con afiches, cajas y folletos para vender “esencia de Nicola”, atribuyendo a lo asqueroso el valor de lo sexy. Ante la propuesta performativa de Nicola, uno debería estar sintiendo ¡eso lo quiero, pero lo quiero ya!, asumiendo las leyes del sistema publicitario y del mercado cosmético pero aplicado al jabón menos pensado, despertando la ira de un historiador del arte (José Emilio Burucúa, en una columna de Página/12) por su reminiscencia a la práctica nazi (hacer jabón con judíos), aunque, en verdad, todo se tratara de una crítica brutal a los discursos represivos o de un golpe al corazón de los sistemas de control de deseo. Costantino fue a la vez crítica y víctima cuando eligió someterse a su propia lipo para luego exhibir sus restos como el colmo del narcisismo, asumiendo a la vez las dos caras del problema, cuestionando el sistema quirúrgico desde adentro, sin levantar el dedo, exhibiéndose en ese tono entre apocalíptica e integrada, heredando de la performer Orlan la intención de ser el propio lienzo de su arte pero menos cerrado en sí mismo que aplicado a la parodia de la sociedad de consumo.