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¿Alcanza a percibir desde el pueblo en que vive la discriminación que existe contra los sudamericanos en España?
–La he visto en amigos y hasta en compañeros de trabajo. Me ha pasado a mí también, al principio, de tener algún encontronazo con idiotas, pero idiotas hay en todo el mundo. En general, he sido siempre bien tratado aquí.
–Claro, pero digamos que su status no es el mismo que el de algún trabajador anónimo que llega para hacerse de abajo...
–Igual, cuando llegué con un puñado de canciones en 1996, nadie se fijó si era conocido. Gente como Ana Belén, Víctor Manuel o Miguel Ríos grabaron mis canciones sin saber quién era yo, si era una ficha rentable o no. Le estoy agradecido a España, pero también entiendo que la ley de extranjería anterior, la que aplicaba el gobierno de Aznar, me parecía torpe y de poca memoria histórica. Aunque, repito, el chauvinismo existe en todos lados. La misma actitud a la que usted se refiere la he visto en Argentina y en Uruguay con los inmigrantes bolivianos, paraguayos y peruanos, algo que rescata magistralmente la película Bolivia. Siempre hay que empezar por casa, por nuestras pequeñas miserias intelectuales.