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Sr. Green: –¿Usted quién es?
Ross: –Me llamo Ross Gardiner. A partir de hoy voy a venir acá cada semana.
Sr. Green: –¿Va a venir aquí?
Ross: –Sí.
Sr. Green: –¿Para?
Ross: –Para ayudarlo.
Sr. Green: –¿Con qué?
Ross: –En lo que necesite. Por ejemplo... podría ayudarlo a poner orden.
Sr. Green: –A poner orden... ¿en qué?
Ross: –Puedo... ayudarlo con las compras.
Sr. Green: –¿Y qué necesito que no tenga?
Ross: –No sé. Comida. Estoy seguro que necesita provisiones. ¿Hoy comió?
Sr. Green: –Claro que comí. ¿Quién le dijo que no comí?
Ross: –Nadie. Nadie. ¿Y qué comió?
Sr. Green: –Primero tomé el desayuno... después el almuerzo... y por último la cena.
Ross: –Bien. Bueno, cuando se quede sin provisiones yo puedo ir a hacerle las compras. Me da la impresión que no puede desplazarse con facilidad.
Sr. Green: –Me desplazo muy bien.
Ross: –Pero con tantos escalones. Hasta yo me cansé subiendo esa escalera.
Sr. Green: –¿Y cómo piensa hacerme las compras si no puede subir la escalera?
Ross: –Yo puedo subir la escalera. Para usted debe ser difícil. Sobre todo desde el accidente.
Sr. Green: –¿Qué accidente?
Ross: –El accidente con el coche.
Sr. Green: –¿Cómo se enteró de eso?
Ross: –Es por eso que estoy aquí. A causa del accidente. La Sra. Fanelli me contó que ya le había explicado eso. Durante los próximos seis meses, voy a venir aquí una vez por semana para ayudarlo.
Sr. Green: –No necesito ayuda. No venga.
Ross: –Bueno... la verdad... es que yo no tengo otra elección. Tengo que venir.
Sr. Green: –¿Quién lo dice?
Ross: –El juez. No sé si lo sabe, pero debido al accidente me condenaron por conducir con negligencia.
Sr. Green: –¿Usted también tuvo un accidente?