Miércoles, 31 de diciembre de 2014 | Hoy
LA VENTANA › MEDIOS Y COMUNICACIóN
Walter Isaía y Mauro Limas dan cuenta de un documento reciente de la Unión de Campesinos Rurales Sin Tierra (U.S.T.) de Cuyo, que aborda la relación entre la economía social y solidaria y la comunicación popular, para concluir que son procesos que “van juntos”.
Por Walter Isaía* y Mauro Limas**
Bajo el título “Economía social y comunicación popular. Aportes desde la experiencia del Movimiento Nacional Campesino Indígena”, el colectivo de comunicación de la Unión de Campesinos Rurales Sin Tierra (U.S.T.) trabaja la relación entre la economía social y la comunicación popular y considera que, desde la práctica, son procesos que “van juntos”. En ambos espacios –afirman– priman la solidaridad, la justicia, las formas de organización horizontal, el cuidado del medio ambiente, como valores y principios fundantes de sus vínculos y su trabajo. Según los autores, estas características sostienen y dan sentido a estos procesos y permiten pensar las relaciones en la economía social y la comunicación popular basadas en paradigmas diferentes a los de la economía y comunicación hegemónica. La U.S.T. afirma, en el texto publicado en la revista Voces en el Fénix, que desde esta perspectiva se pone en discusión y se disputan sentidos frente a posiciones de extrema competencia neoliberal.
En ese sentido, interesa pensar la sinergia que puede alcanzarse profundizando el apoyo y el trabajo articulado entre ambos movimientos. Dice el artículo de la U.S.T. que las organizaciones de la economía social se pueden valer de los medios comunitarios para informar sobre los valores que están invisibilizados en los productos de la economía social. Para profundizar esta línea que propone el artículo es necesario develar los procesos de producción que están detrás o por delante de determinados productos, que son las prácticas de sus productores. Se trata de avanzar en la construcción de discursos y sentidos sobre los procesos de economía social desde una perspectiva comunicacional comunitaria. Para poner un caso, la industria agro-alimentaria y de la comunicación publicitaria difícilmente muestre qué hay detrás del proceso de producción de, por ejemplo, una botella de tomates. Quien indague quizá
pueda encontrar allí situaciones de explotación laboral, concentración de la tierra, márgenes de ganancias desmesurados, procesos organizativos totalitarios y uso de agrotóxicos. Quizás no, pero nunca se dan a conocer. Generalmente no tenemos la posibilidad de ver, ni escuchar una publicidad que describa esta trama.
Siguiendo el ejemplo, se puede decir que comunicar los procesos de producción de una botella de tomates de productores de la U.S.T. muestra entramados organizativos comunitarios y solidarios, trabajo colectivo, productos libres de herbicidas, precio justo y calidad extraordinaria. Sin idealizar, avanzar en la construcción de estos discursos e instalarlos en las agendas públicas y mediáticas es una tarea impostergable. De manera concomitante, sería necesario generar instancias de formación para las posibles audiencias y consumidores, que permitan alimentar el movimiento con nuevas ideas y discusiones sobre la problemática social, económica y cultural de ¿qué comemos? y ¿cuánto lo pagamos? Parecen preguntas simples, pero pocos responden desde una perspectiva de derechos.
Para ampliar y desarrollar esta mirada es necesario comprender a la comunicación liberándonos de su lógica difusionista. Verla y analizarla en los vínculos, prácticas y acciones. Hacer comunicación más allá de los medios. Y las organizaciones de la comunicación comunitaria, alternativa, popular, tienen historia, recorrido y mucho que decir y aportar, más allá de sus propios medios puestos al servicio de la voz de las organizaciones sociales, incluidas las de la economía social. Intentar ese salto que libere a las organizaciones y a la comunicación de una mirada que la reduzca a un instrumento difusor, para comprender que hay comunicación en las prácticas, en lo que se hace y cómo se hace. Entendida en toda su dimensión, la comunicación popular puede aportar al camino de la economía social y, trabajadas intrínsecamente, cobran fuerza como prácticas políticas transformadoras.
En este camino, hay que destacar el trabajo de la U.S.T. y el Movimiento Nacional Campesino Indígena, que articulan experiencias de economía social y comunicación popular, en una sinergia que permite potenciar y reflexionar desde la práctica.
Sobre el final, el documento de la U.S.T. propone un camino. Hay que encontrarse para trabajar, “seguir promoviendo y fortaleciendo organización popular y sus instancias de articulación y trabajo conjunto, para cambiar las relaciones de poder, continuar con la disputa real y simbólica de los mensajes, de los contenidos, de las agendas y de la economía”.
* Walter Isaía, comunicador, coautor de 2001 Relatos de la crisis que cambió la Argentina.
** Mauro Limas, comunicador, docente, integrante de la Incubadora de Diseño y Comunicación - UNQ.
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