Jueves, 15 de enero de 2015 | Hoy
PSICOLOGíA › SOBRE LA IDENTIDAD SEXUAL FEMENINA
Por Elsa Cayat *
Ante la pregunta por la particularidad que puedan tener las amistades de mujeres con hombres homosexuales, desde ya no hay nada sintomático en la amistad que pueden mantener una mujer y un hombre homosexual. Simplemente se trata de una relación entre dos seres humanos, que ciertamente no debe definirse en función de sus inclinaciones sexuales. Por otra parte, estas amistades son a menudo muy ricas, hechas con mucha complicidad y sensibilidad, ya que cada uno puede dejar hablar a su parte femenina o masculina. En cambio, estas amistades se tornan sintomáticas cuando las relaciones de una mujer con los hombres se recluyen en relaciones con homosexuales y ella no sostiene por su parte ningún vínculo amoroso.
Se tornan sintomáticas porque así ellas se protegen del deseo de los hombres. El deseo sigue una dinámica relativamente compleja: ser deseada por un hombre, eso es lo que toda mujer desea al máximo; pero eso es también aquello de lo cual ella tiene el mayor miedo. Porque el deseo del otro reenvía a su identidad sexual. El deseo de un hombre por una mujer la pone en contacto directo con su identidad de mujer. Una identidad que no está definida, que es necesario aprender, construir y vivir. Algunas, por su historia, su pasado, prefieren huir. Son numerosas la mujeres que, rodeadas de amigos homosexuales, manifiestan su alivio ante la idea de poder así jugar un juego de seducción sin que intervenga la cuestión del sexo. Por lo demás, no es sólo de eso que ellas se protegen y se defienden.
Hay que saber que estos vínculos particulares entre mujeres y homosexuales cristalizan la referencia al amor pero también la referencia al padre. Al elegir hombres imposibles de seducir por completo, ellas reproducen las relaciones edípicas entre padre e hija: un deseo inconsciente imposible de satisfacer, expectativa y decepciones.
Además, las jóvenes que se desarrollan únicamente en compañía de amigos homosexuales terminan por conocer la frustración y los celos. Porque sus compañeros tienen su propia vida amorosa y sexual. Ellas no, ya que se defienden de ello.
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