Domingo, 24 de enero de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › CARLOS STORNELLI, MINISTRO DE SEGURIDAD BONAERENSE
El responsable de la seguridad en la provincia asegura que el delito viene bajando. Y muestra las cifras: los robos que terminan en homicidio bajaron de 180 por año a 149 en 2009. Pero reconoce que no es fácil convencer de que ésos son los números reales.
Por Raúl Kollmann
Carlos Stornelli, el ministro de Seguridad bonaerense desafía: “Vengan a auditar nuestros datos. Cualquier organización seria lo puede hacer. Lo concreto es que el delito en la provincia de Buenos Aires baja. Es cierto que cada caso es una tragedia. Pero los asesinatos en el marco de robos bajaron de los 180 anuales que se registraron entre 2004 y 2008 a los 149 de 2009. Es cierto que existen los mercaderes del miedo, los que quieren hacer política o dinero con el miedo. Pero ésos son los datos”. Stornelli dialogó con Página/12 sobre la situación del delito, la denuncia que hizo sobre la utilización de menores por parte de policías y otros adultos y los continuos rumores sobre su renuncia.
–¿En base a qué dice usted que 2009 fue un año mejor en materia de seguridad?
–Yo no diría mejor, sino, tal vez, menos peor. El punto clave es que los niveles de los delitos más graves han descendido. Y esto hay que decirlo. Hemos coincidido con el gobernador en que tenemos que comunicar la situación, que cada uno opine, pero que se conozcan los números.
–Usted dice, por ejemplo, que los homicidios bajaron.
–Sí, sin ninguna duda. La cantidad de homicidios en ocasión de robo, que es lo más grave de todo, tuvo en 2009 el nivel más bajo de los últimos cinco años. Y antes de 2004, los números eran aún mayores. El homicidio en ocasión de robo bajó casi un 20 por ciento en este último período. Fíjese, siempre la cifra de asesinatos en el marco de un robo estuvo rondando los 180, este año bajamos a 149. Le diría que es el dato más importante. Tome el caso de los secuestros extorsivos. Prácticamente desaparecieron. Y uno de los delitos que más nos afligen, el robo con armas, pasó de 2300 por mes a 1400 por mes. En los delitos que se pueden prevenir, es decir que no son pasionales, no son en el marco intrafamiliar o peleas entre personas conocidas entre sí, estamos avanzando en conseguir una baja notoria. Eso sucede en la mayoría de los distritos del conurbano.
–De todas maneras, da la impresión de que el robo de autos aumentó. Hemos tenido casos muy dramáticos.
–Es el delito que a nosotros se nos presenta como más rebelde, más difícil de bajar. Igual, con los cambios que hicimos en los últimos meses conseguimos una baja importante. Todavía no es una tendencia, pero esperamos que se convierta en una tendencia a la baja. En diciembre, los vehículos robados sumaron 2500 contra 2700 o 2800 de meses anteriores.
–Las compañías de seguro dicen que el robo de autos sigue aumentando.
–Es un delito que fluctúa. Tenga en cuenta que aumentó el parque automotor. Hay quien dice que el robo de coches tiene que ver con las dificultades para importar o el alto precio de los repuestos. Yo creo que no es así. El robo de autos tiene que ver con la cantidad de delincuentes que hay en la calle, con la facilidad que tienen para salir en libertad y, por supuesto, juega un papel importante la facilidad que existe para revender lo robado, para reciclar el automóvil robado.
–Igualmente, fíjese que hubo varias muertes en el marco de robos de autos.
–Le insisto. Los homicidios durante robos bajaron. Por supuesto que en cada caso se trata de una gran tragedia y es muy difícil comunicar que bajaron las muertes. Al que lo golpeó la tragedia, con toda lógica, dirá que la reducción en los homicidios llega tarde. Lo cierto es que el delito es una realidad y lo que hay que pelear es que ocurra con cada vez menos frecuencia. Es obvio que en la memoria colectiva quedan los últimos hechos y cuando se produce un asesinato durante un robo de auto es un golpe muy fuerte, un crimen injusto que tiene un impacto mediático grande, muchas veces por la calidad de la víctima. En los últimos meses del año tuvimos una seguidilla, con gran repercusión mediática y las víctimas resultaron mujeres.
–¿El robo de autos a mujeres es una tendencia?
–Yo espero que no. Espero que sea una seguidilla más bien casual. Por las personas que hemos detenido a raíz de esos hechos, percibo que no tenían como objetivo específicamente a las mujeres. Creo que en 2010 tendremos menos tragedias como ésas.
–Una de las críticas es que los desarmaderos son propiedad, en su mayoría, de ex policías y tienen la protección de actuales policías.
–Mire, el que es delincuente, es delincuente y deja automáticamente de pertenecer a la fuerza. El robo de autos tiene que ver con lo que le dije: la facilidad para reciclar después el vehículo. De manera que el acento tiene que estar puesto en tres cosas: la transparencia en las plantas verificadoras, porque allí se puede legalizar un auto robado; el control de las fronteras, porque se pueden sacar del país coches robados y los desarmaderos y talleres ilegales, porque ahí justamente se desarman.
–Le reitero el cuestionamiento a la existencia de los desarmaderos en manos de policías y ex policías. Lo que se dice es que no hay una real ofensiva sobre los desarmaderos.
–No, de ninguna manera. Primero, lo demuestra el hecho de que no tenemos un crecimiento en el robo de autos. Y quienes hacen esa crítica desconocen la forma en que aumentamos los procedimientos contra los desarmaderos. No dude que aumentamos los procedimientos. Ojo que también cambió la modalidad. Hoy no se ven los grandes desarmaderos. Eso mutó a pequeños talleres donde hay pocos automóviles y donde los delincuentes, cuando son capturados, recuperan de inmediato la libertad. Al ser un delito excarcelable, el tallerista ilegal vuelve a la calle rápidamente. Y se instala en la otra cuadra o en otro distrito.
–Ahí está claro que usted critica a los jueces.
–Es pública mi posición. Yo aspiro a una evaluación mayor de las peligrosidades a la hora de decidir la libertad de alguien que cometió un delito. Eso es lo que opino y defiendo. También vengo alertando desde hace un año y medio de la preocupante utilización de menores y, en especial, en delitos graves, en casos donde se producen muertes sin sentido. Esto merece un tratamiento especial. Es un área que excede lo policial. En el gobierno bonaerense se trabaja también desde Desarrollo Social. Por un lado está la adicción al paco, por el otro la instigación de los mayores que, por supuesto, perciben que les da una facilidad utilizar al menor. El menor que delinque es la primera víctima. Esto merece un replanteo.
–Usted denunció que policías usan a menores, los instigan a que roben o cometan delitos.
–Son dos cosas distintas. Por un lado, vemos que los mayores usan a los menores. Por el otro, percibimos en varios de los casos de fin de año llamativas coincidencias. Sospechamos que estos últimos tenían que ver con cambios que hice yo en un área sensible del Ministerio. Hay un juez que está investigando. Tiene información que yo no voy a hacer pública, pero se percibe connivencia entre los hechos delictivos y los cambios en el ministerio. O, mejor dicho, entre los protagonistas de los delitos y las personas desplazadas en el ministerio. Hicimos cambios profundos en un área y lo que se investiga es que eso produjo una respuesta delictiva. Es una investigación compleja, larga, pero es una investigación que la provincia de Buenos Aires necesitaba desde hace mucho tiempo. Nosotros fuimos los primeros en judicializar esto. Porque mucho se habló del gerenciamiento del delito, de la utilización del delito, pero somos los primeros en pedirle a la Justicia que lo investigue en serio.
–Se dijo que usted estaba al borde de la renuncia después del caso Pomar.
–Soy un trabajador. Desde el primer día que llegué acá, los sectores disconformes, los sectores a los cuales no les gusta que esté acá, insisten con renuncias, recambios. Son rumores falsos. Uno de los enemigos que uno tiene acá son los rumores permanentes, las operaciones permanentes.
–Bueno, parece cantado que muchos insisten en que la inseguridad crece y crece, mientras usted dice que baja.
–Por supuesto que hay una agenda negativa y es muy difícil comunicar que hay menos inseguridad. Somos conscientes de que hay quienes exaltan los hechos delictivos y quienes fogonean el temor. Hay mercaderes del temor a los que les sirve vender el caos para muchos propósitos. Hay que preservar a la gente de los propagadores del caos, porque se pierde la noción de la realidad y de la tarea que se está haciendo. Dentro de las malas noticias que la gente recibe, debe verse que se está trabajando en un camino correcto. No me corresponde a mí hacer el análisis de si esos mercaderes del temor lo hacen por razones políticas o por intereses económicos. Y cuando percibí que había alguien que estaba directamente fogoneando el delito, lo denuncié a la Justicia, como lo hice con la presentación reciente sobre el uso de menores a fin de año. Si un medio está todo el día con un mismo hecho delictivo y no dice cuántos de esos hechos ocurren en verdad, cuántos ocurrían antes y cuántos ahora, se le niegan a la gente los elementos vitales como para que saquen sus propias conclusiones.
–¿Por qué el ciudadano debe creer en las estadísticas que da el ministerio? ¿Por qué creer que el delito baja?
–Hemos sincerado todos los números, sobre la base de las partidas de defunción, los partes oficiales. Entiendo que la gente está harta, que está harta de que le mientan, que espera muchas veces soluciones rápidas y por lo tanto mágicas. Ofrecí y ofrezco que nos auditen. Reparto nuestros números a todas las organizaciones adecuadas y estamos abiertos, insisto, a que nos auditen.
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