SOCIEDAD › CUARTO MATRIMONIO ENTRE PERSONAS DE IGUAL SEXO

Con libreta en mano

Carlos Alvarez y Martín Canevaro se casaron ayer en el Registro Civil de la calle Uruguay. Ambos militantes de la Falgbt, tras la boda fueron al Congreso, donde se debatía el proyecto de ley.

 Por Emilio Ruchansky

Con rabia y tristeza, Carlos Alvarez contaba días atrás lo sufrido por sus pequeñas hijas, que ya habían comprado el vestido para ir a su casamiento y hasta tenían el pasaje sacado desde Montevideo, donde viven con sus respectivas madres. “Y ahora qué les digo. Pobrecitas, se van a tener que quedar allá”, decía Alvarez aquel miércoles previo a la Semana Santa, cuando supo que la fiscal Mariana Pucciarello había apelado su fallo. Pero la Justicia porteña finalmente les dio la razón. Y ayer, tras la apelación de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (Falgbt), la fiscal de Cámara, Daniela Ugolini, desistió de seguir cuestionando el casamiento entre Alvarez y su novio, Martín Canevaro, ambos activistas de la Falgbt. Se casaron rodeados de los familiares que pudieron venir, sus amigos y algunas personalidades políticas. “Yo soy muy escéptico, pensé que no nos iban a dejar, así que todavía sigo sorprendido”, dijo Canevaro.

El lunes pasado, la pareja supo que el fallo favorable del juez porteño Guillermo Schleiber había quedado firme; un día después comenzó la carrera telefónica de Alvarez para traer a los invitados del otro del río, mientras su futuro marido conseguía turno para casarse. “Sólo pudo venir una de la nenas, la más grande, Alisha, que tiene 7. Se quedó Zoe de 6 años y mi mamá y mi hermana tampoco pudieron porque tenían que trabajar”, comentó Alvarez, un afrouruguayo de 33 años, alto y de rastas, que se dedica a la educación popular a través de la Red Andando, donde da clases sobre políticas de antidiscriminación y derechos humanos. También es secretario general de la Asociación Africa y su Diáspora.

Su marido tiene 34 años, estudió publicidad y es empleado del Ministerio de Justicia de la Nación. Se conocieron en un encuentro de la Falgbt en 2007 y un año después se pusieron de novios. “Decidimos casarnos porque nos picó el bichito, pero como militantes sentimos que estamos abriendo el camino para otra gente”, explicó Canevaro. A la boda en el Registro Civil asistieron su madre y su hermana. Sus sobrinos, Agustín de 11 años y Carolina de 8, fueron los encargados de entregar las alianzas, en medio de un clima donde se fundían formalidad y familiaridad.

“Fue todo muy integrado. Mi hija se empezó a reír cuando dimos el sí y enseguida se reían todos y ayudó a descontracturar, fue realmente muy emotivo. Nosotros lo vivimos todo con alegría, como un sueño concretado, porque cuando militás muchas veces sufrís, ves que todo está lejos. Pero esto fue real, estamos usufructuando nuestros derechos y en un día clave”, decía Alvarez, en referencia a la discusión del proyecto de ley que permite el casamiento entre personas del mismo sexo en dos comisiones del Congreso, que fue aprobado y será discutido en la Cámara de Diputados. Ambos eventos ocurrieron en simultáneo, mermando de activistas el casamiento de Alvarez y Canevaro, donde sí fueron los legisladores Tito Nenna y Gabriela Alegre.

La presencia de Norma Castillo y Ramona Arévalo, la pareja que se casó el viernes pasado, fue la ratificación de que la suerte existe y se transmite. Al menos para Alvarez, que cuenta que Ramona, que también es uruguaya, le había adelantado que ella les iba a traer suerte y que se iban a casar pronto. “Parece que explota Uruguay”, bromeaba anoche este recién casado que, para saldar la deuda con su otra hija y sus familiares montevideanos, partirá junto a su marido a festejar del otro lado del río. “Se los debo, sobre todo a Zoe, que se moría por venir”, reconoció Alvarez, después de una extensa sobremesa con los invitados al Registro Civil de la calle Uruguay.

Los testigos de la boda, coincidió el flamante matrimonio, merecen un párrafo aparte. Se trata de tres personas muy especiales. Alba Rueda, una travesti que trabaja en el Instituto contra la Discriminación y, como aclaró Canevaro, “representa la paradoja y la lucha de quienes no tienen derecho a su identidad”. Le siguió Juan Cruz Noce, un compañero de secundaria de Canevaro que milita en Nueva Comuna, una organización territorial, con epicentro en el barrio porteño de Chacarita. “La tercera es una uruguaya, Elizabeth Suárez, que milita con Mizangas, una organización de mujeres afro y feministas”, contó Alvarez.

Para María Rachid, presidenta de la Falgbt, este último y cuarto casamiento resulta alentador para el panorama porteño. “Dos de los tres fiscales de los tribunales contenciosos administrativos que tuvieron estos casos estuvieron a favor. Y lo más importante es que si nos apelan hay una sola fiscal ante la Cámara, que es Daniela Ugolini, y está de nuestro lado”, enumeró Rachid. Por otro lado, agregó, este casamiento plantea el tema de los derechos migratorios, ya que Canevaro puede transmitir la residencia permanente a su marido y si éste quiere, también la ciudadanía argentina. De momento, los novios tienen puesta la cabeza en decidir si pasarán la luna de miel en el norte argentino y en alguna solitaria playa de Brasil.

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Carlos Alvarez, uruguayo de origen afro, y su flamante marido, Martín Canevaro.
Imagen: Bernardino Avila
 
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