SOCIEDAD
Un piquete en Avellaneda paró la basura del Ceamse
Encabezados por el intendente, empleados municipales y vecinos de Villa Dominico cortaron el acceso a los camiones de basura. Reclaman que el Ceamse deje de descargar residuos en la zona. Al final hubo un compromiso de la empresa para dejar de operar allí en 48 horas.
Por Alejandra Dandan
Sólo ellos conocen las dimensiones de esta gran explanada tóxica. “Se me duerme la mitad de la cara y ahora también me doy cuenta de que me cuesta mantener el equilibrio.” Que no es poco. Marcela Adriani fue una de las primeras mujeres de Avellaneda que conoció los efectos de los rellenos sanitarios del Ceamse, una superficie de 20 hectáreas donde desde hace 25 años se vuelca la basura de la ciudad de Buenos Aires y de siete distritos del conurbano sur. En el ‘99, su hijo más chico se convirtió en una de las primeras de las diez muertes causadas, de acuerdo con las denuncias, por la exposición a las emanaciones del gas que proviene del relleno. Después de varios años de duras negociaciones, los vecinos habían logrado un compromiso para el cierre y traslado del Ceamse. El pacto original vencía el 11 de mayo, pero una disputa entre municipios terminó dilatando las fechas. Desde ayer los vecinos y el intendente de Avellaneda, Oscar Laborde, montan un piquete de guardia para impedir el paso de los camiones. En tanto, el Ceamse pidió una tregua. Anoche firmó un compromiso avalado por la provincia para retirarse: en 48 horas se van.
Los campos donde se acumulan montañas de basura de hasta 25 metros de altura están pegados a un barrio de torres donde viven unas 10 mil personas, el 5 por ciento de todos los habitantes de Santa Cruz. De allí mismo es Marcela Adriani y el grupo de mujeres que desde 1999 se presenta como “Las Madres de las Torres”. Ellas son quienes llevan adelante los estudios, las investigaciones y denuncias penales de los casos más críticos de un barrio cuyo único error fue descubrir que, sin saberlo, habían levantado sus casas en las puertas de un volcán. Según los datos manejados por la comuna, entre los 10 mil habitantes del barrio hay 19 casos de cáncer, 10 de ellos ahora ya están muertos. “Según la Organización Mundial de la Salud –aclara Marcela– lo normal sería que haya uno cada 10 mil. Nosotros tenemos 19.”
Las patologías comunes son de leucemia o linfomas oncohematológicos. Para los especialistas, los escasos 200 metros que existen entre las torres y los rellenos sanitarios explicarían la presencia de estas enfermedades. “Los médicos dicen que tiene que haber una predisposición genética –continúa la mujer– que se suma a la emanación continua de gases.”
Y las emanaciones durante estos años fueron tantas que quienes cohabitan con los campos van descubriendo los tipos de basura oliendo el aire: “Todo depende –explican aquí–, a veces sentís olor a huevo podrido, pero otras a naranjas podridas”. Los olores son producto del venteo de gases emanados en los procesos de descomposición de la basura. Fabrizio, el hijo de Marcela, tenía 9 años cuando le encontraron en un ganglio los primeros síntomas de la leucemia. Hasta ese momento nadie había notado los peligros fulminantes que podían generar los rellenos sanitarios.
Con el tiempo, las madres supieron que, de acuerdo con las leyes que regulan la actividad, los rellenos sanitarios podían funcionar sólo durante veinte años. Vencido ese plazo, el Ceamse debía trasladarse. Los 20 años se cumplieron en el ‘98, pero el traslado recién comenzó a proyectarse a fines del año pasado.
A lo largo de una serie de encuentros con las primeras líneas de los distritos involucrados, la empresa fijó el 11 de mayo como fecha del cierre de Dominico. Desde ese mismo día, habría un nuevo destino para los camiones que llegaban con más de 10 mil toneladas de basura al día. El acuerdo entre provincia, los municipios y la empresa contemplaba dos nuevos destinos. La basura de la Capital se trasladaría a los rellenos de la zona norte. En tanto, la basura del conurbano se enterraría en los alrededores de Quilmes. Aunque el tema de Capital está resuelto, no sucede lo mismo con la zona sur. Los vecinos de Quilmes, poco dispuestos a hacerse cargo de la ennegrecida herencia, la semana pasada presentaron un amparo y consiguieron frenar el traslado. En ese contexto, el Ceamse se quedó sin alternativas y decidió volver a Dominico. Cuando lo anunciaron, el barrio se preparó para el combate.
“Nos están tomando el pelo”, dijo Laborde apenas enterado. Desde ese momento anunció el comienzo de un piquete frente a la entrada del Ceamse para impedir el paso de los camiones. La comuna puso toda su flota a disposición de esta guerra: sacó camiones, obreros, carpas y provisiones para abastecer al cordón humano que resistía ayer bajo la lluvia. Para retirarse, los convocados pusieron dos condiciones: un convenio por escrito del cese de actividades y otro compromiso sobre al “pasivo ambiental”, es decir, el trabajo de recomposición que la empresa debe encarar en los rellenos sanitarios cuando termina.
Anoche la situación estaba resuelta. El Ceamse firmó un acta de compromiso para abandonar Dominico en 48 horas. El acuerdo tiene la firma del ministro de Gobierno, Federico Scarabino, y de los representantes de cada municipio: “Es todo un éxito –decía anoche Laborde–, porque además comenzarán a revisarse las regulaciones del Ceamse”.