Un nuevo estudio, complementario a la autopsia hecha sobre el cuerpo de Angeles Rawson, confirmó que la joven sufrió una compresión en el cuello, por lo que el juez solicitó ayer una junta médica para evaluar otro mecanismo de muerte: ahorcamiento. Hasta el momento, la Justicia considera que la víctima falleció por los traumatismos gravísmos, producto del sistema de compactación, propio del circuito de recolección de residuos. Esta última aseveración, asentada en la autopsia realizada en la ciudad de Buenos Aires, el miércoles 12 junio pasado, podría ser revertida. “El examen que se conoció es histopatológico y menciona que, internamente, hay claros signos de anoxia, de falta total de oxígeno”, explicó una fuente judicial. Dentro de los próximos cinco días hábiles tras notificarse, los integrantes de la junta médica deberán expedirse sobre la causa de muerte. El juez Javier Ríos recibió el resultado de este estudio el martes pasado y tras analizarlo solicitó una junta médica que incluya a integrantes del Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de la Nación y también a los peritos de parte. La novedad del examen radica en la afirmación de que Rawson, de 16 años, sufrió una compresión en el cuello. En la autopsia no se notaron marcas de estrangulamiento, sin embargo los resultados de laboratorio detectaron “sobredistensión y atrapamiento aéreo” en la zona del cuello y que la víctima presentaba además un “edema cerebral” y “signos de anoxia”.

Según fuentes citadas por la agencia Télam, las lesiones estudiadas no son compatibles con un estrangulamiento a lazo con la soga tipo hilo sisal, que la víctima tenía al cuello, sino más bien con una compresión manual. El perito a cargo de la autopsia, sin contar con los resultados del examen histopatológico, determinó que la causa de muerte se debía a la compresión propia del camión que colecta los contenedores con basura o de la tolva, donde posteriormente se depositan los residuos. El cuerpo fue hallado en una planta de separación en José León Suárez, que recibe las descargas desde otro centro de la Ceamse en el barrio porteño de Colegiales.

El juez pretende saber si el cuerpo de la adolescente ingresó al circuito de recolección ya muerta o si, por el estrangulamiento previo y la anoxia, quedó inconsciente o en coma y así ingresó a la compactadora. Ayer trascendió que, de corroborarse la primera hipótesis, el único imputado por el crimen, el portero del edificio donde vivía Angeles, Jorge Mangeri, podría salir beneficiado por una baja en la calificación que le impuso el juez. Esa versión sostenía que en el auto de procesamiento, Ríos acusó a Mangeri de homicidio agravado por alevosía (con pena de prisión perpetua) y de corroborarse el nuevo estudio esa calificación sería homicidio simple, de 8 a 25 años. Pero la especulación es incorrecta.

“Cuando el juez agravó el delito por alevosía no lo hizo por el hecho de que la joven pudiera ser arrojada viva al camión, sino porque el imputado actuó a traición, es decir, conocía a la víctima y la engañó para atacarla, ella no pudo defenderse. Lo que podría agregar la constatación de que fue ahorcada es que quita la posibilidad de un crimen preterintencional, que la defensa podría explorar con distinta suerte. Esto equivale a afirmar que el imputado la atacó sin intenciones de matarla y creyéndola muerta se deshizo de ella, pero no concretó el homicidio”, evaluó anoche una fuente judicial con acceso a la causa.

La idea del juez es que participe de la junta médica el médico autopsiante, Héctor Félix Konopka, quien iba a declarar el próximo lunes para brindar los detalles de la autopsia. Ese estudio tuvo una complejidad importante por el mal estado en el que se encontraba el cuerpo de la joven, lo que hacía indiscernible, por ejemplo, qué lesiones fueron producidas por las máquinas compactadores y cuáles se infligieron cuando la víctima estaba con vida y resistía el ataque.

De constatarse el indicio que surge del nuevo estudio, quedarían aclaradas algunas dudas de los investigadores respecto de las complejidades que se planteaban, esto es, si el asesino mantuvo con vida a la víctima antes de arrojarla al circuito de la basura.