Sábado, 5 de octubre de 2013 | Hoy
SOCIEDAD › ENTREVISTA AL CIENTIFICO ALEMAN CHRISTIAN GRIESINGER, DE LA SOCIEDAD MAX PLANCK
Doctor en Química, impulsa investigaciones de punta en Rosario contra los males de Parkinson y Alzheimer con científicos locales.
Un destacado científico alemán es el impulsor de investigaciones de punta en nuestro país contra los males de Parkinson y Alzheimer. La Cámara de Diputados de la Nación decidió distinguir al doctor Christian Griesinger por sus aportes “al progreso de la ciencia en Argentina”, al desarrollo de la técnica de resonancia magnética nuclear aplicada al estudio de biomoléculas involucradas en enfermedades neurodegenerativas y la creación en Rosario de un Laboratorio Max Planck, dedicado a la biología estructural, química y biofísica molecular, que posiciona a la ciencia que se desarrolla en el interior del país en el mapa científico internacional.
La Sociedad Max Planck es una prestigiosa red de 80 institutos de investigación –de los cuales sólo seis están fuera de Alemania, y dos están en la Argentina– dedicados a la promoción de las ciencias. Es una organización sin fines de lucro financiada por el gobierno federal. La Sociedad Max Planck es, después de las universidades estadounidenses, la organización que más premios Nobel genera, y su presupuesto anual para investigación de unos 1500 millones de euros anuales supera el de todo el mundo iberoamericano, incluidos España y Brasil.
“La cooperación en términos científicos ha sido extremadamente exitosa. El proyecto aspira a ingresar en una fase preclínica, creemos que juntos podremos conseguir avances”, destacó Griesinger en diálogo con Página/12.
El científico lleva 30 años de carrera y sus investigaciones apuntan a desentrañar el mecanismo molecular que origina el Parkinson, enfermedad del sistema nervioso que afecta las estructuras del cerebro encargadas de controlar y coordinar el movimiento. “Mediante la espectroscopia de resonancia magnética nuclear realizamos la identificación tridimensional de la proteína en su estado inofensivo y neurotóxico. Ahora apuntamos al diseño de fármacos para combatir enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson o el Alzheimer”, explica este discípulo del Nobel de Química Richard Ernst, que de-
sarrolló un compuesto químico que retrasa el inicio y la progresión de la enfermedad de Parkinson, por ahora, en ratones.
–¿Cuáles son las razones por las que la Sociedad Max Planck elige a la Argentina como país donde establecer instituciones asociadas?
–Durante años muchos científicos argentinos han ido a Alemania. En Max Planck hemos tenido la posibilidad de conocer la buena formación y la calidad de su trabajo. Ahora que están regresando a su país, nuestra idea es no discontinuar las actividades y analizar formas para seguir avanzando en conjunto. La forma que encontramos es la de crear asociaciones internacionales. Es así que hemos asociado el Instituto de Psiquiatría de Munich con el Max Planck Buenos Aires, y al Instituto de Biofísica y Química que yo dirijo con el Laboratorio Max Planck de Rosario, que dirige el doctor Claudio Fernández. Nuestra organización concreta estas asociaciones tras una evaluación rigurosa de los grupos y la calidad científica de su trabajo, con el objetivo de mantener el nivel científico de Max Planck. Para la ciencia argentina representa un hecho notable dado que en el mundo no hay más de 35 grupos asociados.
(N. de la R.: En Rosario, bajo la dirección de Fernández, trabajan actualmente cinco doctorandos y dos investigadores que regresaron a la Argentina provenientes de Göttingen, Alemania. Se espera multiplicar por cinco la cantidad de científicos.)
–¿Podrán los científicos repatriados mantener desde Rosario los estándares de Max Planck?
–Sí, el grupo de Rosario conserva la filosofía Max Planck de una práctica horizontal de la actividad, más que piramidal, jerárquica o dependientes de un individuo. Estamos confiados en que los investigadores encontrarán el ambiente y las condiciones de infraestructura y equipamiento para continuar produciendo con la misma calidad que en Alemania. En los últimos años he podido ver el desarrollo de la actividad científica argentina, y es cada vez más competitiva. En particular, en el área de resonancia magnética nuclear aplicada al descubrimiento de fármacos la Argentina es reconocida internacionalmente y sus trabajos lograron gran visibilidad en congresos de la actividad.
–¿Qué puede contar con respecto al trabajo llevado adelante en conjunto?
–Desde el 2004 venimos avanzando en publicaciones conjuntas. Ya hemos caracterizado las propiedades estructurales de la proteína alfa sinucleína que está implicada en el origen de la enfermedad. Sabemos cómo es. En 2009 descubrimos su “talón de Aquiles”, el punto débil de la proteína, con lo cual se han dado importantes pasos para el descubrimiento de fármacos.
–¿Cómo visualiza el rol de las grandes farmacéuticas con el desarrollo desde las instituciones públicas?
–Actualmente las grandes empresas farmacéuticas han cambiado su modelo de negocios. No hacen investigación científica temprana, delegan los ensayos en la academia, universidades públicas o en pequeñas empresas de biotecnología para luego, una vez hechas las pruebas, avanzar en el último tramo hacia el fármaco. Esto ha obligado a un acomodamiento de la academia, que ya no está sólo dedicada a la investigación básica, sino también a desarrollos concretos. En esta fase, el rol de la investigación básica es clave para enfrentar estas enfermedades. En Francia, entre los años 2008 y 2009, se invirtió un billón de euros para investigar enfermedades neurodegenerativas y Alemania decidió invertir 500 millones de euros para los próximos 10 años. Establecer un modelo de interfaz entre el sector público y el privado es clave para que el resultado de la investigación se patente y la industria desarrolle el producto. En Alemania es un sistema bien establecido, la patente de polipropileno o el mp3 fueron desarrollos surgidos de la academia y han reportado millonarios ingresos a las instituciones públicas. El tema de las patentes de los fármacos que se desarrollen en la Argentina es un tema que debería estar en la agenda, debería avanzarse en la protección de los derechos.
–La industria farmacéutica invierte en el desarrollo de fármacos en enfermedades que le aseguren una rentabilidad. ¿Cómo es el caso de las neurodegenerativas?
–Ciertamente hay enfermedades que no tienen un interés comercial como la malaria o el Chagas, que deben ser tratadas por la academia o instituciones públicas. Las farmacéuticas han demostrado interés especialmente en el desarrollo de anticuerpos, pero no han tenido demasiado éxito, y empresas como Novartis están abandonando la investigación. Alzheimer y Parkinson son consideradas las epidemias del futuro, dado que aquejan a un porcentaje significativo de mayores de 65 años, un sector de la población en constante aumento.
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