Miles de personas de la comunidad boliviana en Buenos Aires concurrieron ayer, en el Día de los Muertos, al cementerio del barrio porteño de Flores a rezar por sus familiares y dejarles ofrendas, que incluyeron flores, masas dulces, frutas, y las golosinas. Según la tradición, el 1 de noviembre a la noche, en el Día de Todos los Santos, las puertas del cielo se abren para que bajen las almas, que se quedan hasta el día siguiente con sus seres queridos. Los grupos familiares asistentes, en general numerosos, incluyeron a todas las generaciones. Además, una banda musical recorrió las tumbas a pedido de los familiares de los muertos. “Esta tradición no es exclusivamente boliviana, es de todo el altiplano”, explicó por su parte el gerente operativo del cementerio, Pablo Sellei.