SOCIEDAD › OPINION
Argentina quiere dar vida
Por Ginés González García *
Como algunas especies que mueren para tener vida en sus descendientes, a nosotros, los humanos, la innovación tecnológica y la política de Estado que consiste en apoyar el trasplante de órganos nos está permitiendo salvar, después de la muerte, muchas vidas.
Dar vida después de la muerte es parte de nuestro compromiso para que la Argentina solidaria se exprese a través de una política nacional que necesita una herramienta más, porque las armas con las que contamos hasta ahora no son suficientes.
El consentimiento presunto rige en países como Austria (con fuerte tradición en el tema y donde funciona en forma casi automática), España, Francia, Bélgica, Noruega y Finlandia. En España –el país con mayor indicador de donación de órganos del mundo– y Francia, al igual que en el proyecto impulsado por el Ministerio de Salud, la familia es consultada cuando no existe constancia expresa de la voluntad positiva o negativa del fallecido.
Una encuesta realizada por la consultora Equis, que dirige Artemio López, asegura que un 71,2 por ciento de los consultados está convencido de la eficacia que tendría la aplicación del proyecto de ley de donante presunto, en tanto que un 77,3 por ciento de los encuestados expresó su aprobación de la política que intentamos implementar.
Según la norma que rige en la actualidad, sólo son donantes aquellas personas que expresaron su voluntad de serlo. En cambio, la modificación que impulsa la cartera sanitaria transformaría en donantes presuntos a todos aquellos que no se hubieran negado expresamente a ser donantes.
Dentro del Plan Federal de Salud, consensuado con todos los ministros provinciales del área en el Consejo Federal de Salud (Cofesa), el proyecto de ley del donante presunto enviado al Congreso nacional para su aprobación constituye uno de los ejes fundamentales. Con esta política nacional, el Ministerio de Salud procura ampliar significativamente la cantidad de donantes de órganos para poder así reducir la angustia de miles de pacientes que aguardan en listas de espera su turno para ser trasplantados.
Actualmente, en la Argentina hay alrededor de 6000 personas que se encuentran en lista de espera para recibir algún órgano.
Con 192 donantes registrados durante el primer semestre del 2004, el índice de aumento registrado fue de un 67 por ciento con respecto al mismo período del 2003, en el que se habían registrado 115 donantes. Con respecto a los tejidos, el índice de aumento registrado fue del 49 por ciento, porque durante el primer semestre de este año hubo 241 donaciones, en tanto que en el mismo período del 2003 se habían registrado 162 donaciones.
También se registraron aumentos en los porcentajes de trasplantes: los renales aumentaron un 76 por ciento; los hepáticos un 50 por ciento; los cardíacos un 90 por ciento y los pulmonares un 300 por ciento.
Dicho de otra manera: en lo que va del año, muchas más personas pudieron recibir un trasplante para mejorar o salvar su vida. Por eso, debemos encauzar esa enorme fuerza que demuestra la sociedad argentina porque, aun con este incremento de la procuración, aun con este innegable cambio cultural que se está produciendo en nuestra sociedad y a pesar de estos números en crecimiento, debemos ir por más porque la realidad indica que aún no tenemos la cantidad de donantes que en verdad necesita nuestro país.
Una correcta lectura de los prometedores números de crecimiento y de las encuestas es la siguiente: los argentinos que expresan cada día ese cambio cultural merecen que toda esa energía transformadora se exprese en una ley que institucionalice esa voluntad de cambio.
Desde el Ministerio de Salud ya hemos enviado al Congreso de la Nación un proyecto que pretende cambiar la filosofía de la actual ley que, como ya sabemos, dice que hay que dejar expresa constancia de la voluntad de donar los órganos. Con ese método, después de más de diez años, hemos conseguido que sólo 700 mil argentinos sean donantes. Esto es, menos del 2 por ciento de la población total del país.
Lo que nosotros pretendemos es, como ya dijimos, encauzar esa fuerte voluntad de cambio que se expresa día a día en todo el país, con una ley que cambie radicalmente el sentido de la anterior y nos convierta a todos en donantes presuntos, salvo que hubiéramos expresado lo contrario.
Por supuesto, nuestro proyecto contempla que la voluntad de las personas sea respetada después de muertas. Sabemos que es un tema crítico y difícil porque estamos hablando de un tema tabú por excelencia en nuestra sociedad, como es nuestra misma muerte.
Pero este cambio cultural que se está gestando desde abajo, en la calle misma, habla de una gran sensibilidad que tiene en cuenta que hay 6 mil pacientes en lista de espera para poder ser trasplantados. Para poder salvar sus vidas o para poder mejorar su calidad de vida.
Más de una vez nos hemos tenido que lamentar frente a la pantalla del televisor, o escuchando la radio, o leyendo el diario, porque no llegó el órgano que un argentino necesitaba.
¿Y cómo se solucionan esos dramas que tantas veces hemos visto difundidos en los medios?
La única manera es teniendo un instrumento legal que acompañe la gran solidaridad que expresa el pueblo argentino cotidianamente.
Los cambios culturales llevan su tiempo de maduración, y la institucionalización de esos cambios también lleva tiempo. Pero debemos tener en cuenta que seis mil argentinos están esperando nuestra solidaridad y nuestra decisión de poner una bisagra en la historia para poder ejercer su sagrado derecho a la vida.
* Ministro de Salud de la Nación.