SOCIEDAD
Ingeniería genética desarrollada en Argentina para atacar tumores
La experiencia, aplicada con éxito en ratones, consiste en la modificación del virus del resfrío para que destruya tumores cancerosos. Publican además una reseña de avances en terapia génica.
Por Pedro Lipcovich
Un grupo argentino de investigación logró, por ingeniería genética, modificar el virus del resfrío común para hacer que destruya tumores cancerosos, y lo probó con éxito en animales de laboratorio. Estos resultados se enmarcan en un conjunto de avanzadas promesas de la investigación en “terapia génica”. Precisamente hoy, la revista Nature publica un artículo de Osvaldo Podhajzer –director del equipo en la Fundación Leloir– que reseña los avances internacionales en el tratamiento de enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1: mejor que inyectarse cada día insulina sería recibir, una sola vez, una inyección que le devolviera al diabético las células productoras de insulina que ya no funcionan en él, y en eso están las investigaciones de terapia génica. Pero los trabajos más numerosos, y los más avanzados a nivel mundial, se dan en el área del cáncer: uno de los proyectos consiste en inyectar, en células sanas de la médula ósea, genes de resistencia a la quimioterapia, para evitar que ésta las destruya junto con las células cancerosas. Otro proyecto, del que ya hay ensayos con seres humanos en Estados Unidos, introduce en las células cancerosas genes que las induzcan, a ellas mismas, a matarse.
“Sí, los elimina”, contestó simplemente Osvaldo Podhajzer, director del Laboratorio de Terapia Génica del Instituto Leloir, investigador del Conicet y profesor en la UBA. Página/12 le había preguntado si, en sus ensayos con ratones de laboratorio, el virus modificado logra destruir totalmente los tumores. Nunca hay que olvidar que el camino entre las pruebas de laboratorio y los tratamientos para seres humanos es largo y problemático, pero los resultados del equipo argentino se ubican en la primera línea de un conjunto de avances cada vez más promisorios en terapia génica.
El equipo del Instituto Leloir partió de un adenovirus, agente del resfrío común, y, por ingeniería genética, alteró la membrana que lo recubre de manera que el germen, en vez de tener predilección por células del aparato respiratorio, tienda a fijarse en células cancerosas. Además, para asegurar el resultado, cambiaron el ADN del virus, de manera que sólo pueda reproducirse si está en relación con el ADN de células tumorales: “De este modo, aun en caso de que infecte una célula normal, no llegará a atacarla”, explicó Podhajzer. El virus es inyectado en la zona del tumor: allí reconoce a las células cancerosas, entra en ellas y allí se reproduce, las mata y va en busca de otras.
El método dio resultado con melanomas –el cáncer de piel más temible–, que eliminó totalmente en ratones de laboratorio, y han empezado las pruebas con cáncer de colon. En este momento de la investigación “estamos refinando el producto (es decir, las características genéticas del virus) para buscar la máxima efectividad; ya sabemos que funciona”, explicó Podhajzer. Para las primeras experiencias en humanos habrá que esperar por lo menos dos años. La investigación cuenta con financiamiento de la Fundación Barón, de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, de la británica Welcome Trust y de la Unión Europea.
El trabajo que aparece hoy en la prestigiosa Nature reseña los avances de la terapia génica en el tratamiento de tres enfermedades autoinmunes: la diabetes tipo 1, la esclerosis múltiple y la artritis reumatoidea. Pongamos el caso de la diabetes: “En vez de inyectar insulina, la terapia génica procura, mediante un ‘vector’ (habitualmente un virus), introducir, no ya en el deteriorado páncreas sino en células del hígado, los genes que las transformen en productoras de insulina –contó Podhajzer–. Se elige el hígado por su relación con el aparato digestivo, donde más se requiere la insulina”.
Otras investigaciones procuran, mediante terapia génica, reparar el páncreas del diabético: “Una estrategia es el trasplante de los tejidos productores de insulina, pero éstos suelen ser rechazados por el organismo; los trabajos con terapia génica procuran inyectar, en las células que han de trasplantarse, genes que las hagan resistentes al rechazo”, explicó el especialista del Instituto Leloir.
También en la esclerosis múltiple y la artritis reumatoidea, las investigaciones en terapia génica apuntan a reemplazar las drogas actuales –que, al inyectarse por vía general, producen inevitables efectos secundarios– mediante la modificación de células para que, en el lugar mismo donde está el problema, fabriquen la sustancia que lo mitigue. En el caso de la artritis ya hay, en Alemania y Estados Unidos, ensayos clínicos con pequeños grupos de pacientes, inyectando un gen que bloquea la respuesta inflamatoria en la articulación afectada”, señaló el investigador.
En el mundo (no todavía en la Argentina) hay casi mil ensayos clínicos de terapia génica sobre seres humanos; abarcan a unos 6000 pacientes y la mitad de ellos se refieren al cáncer. “Uno de los desarrollos sirve para facilitar los tratamientos con quimioterapia, que tienen el efecto secundario de destruir las células sanas de la médula ósea: la terapia génica permite inyectar en las células sanas de esa médula un gen que les otorga resistencia a la quimio”, explicó Podhajzer.
También en la cura del cáncer se anotan los ensayos clínicos más avanzados en terapia génica, que incluyen centenares de pacientes: “Se trata de introducir en las células tumorales un gen que induce su ‘apoptosis’”, la muerte programada que, en las células sanas, responde a necesidades del organismo. “Esta terapia génica se aplica en combinación con quimioterapia para cánceres de cabeza y cuello, en centros de investigación de Estados Unidos”, precisó Podhajzer.