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Una comisión administrativa de la ciudad estadounidense de San Francisco dictaminó que una profesora de gimnasia aeróbica de 108 kilos de peso tiene derecho a enseñar su disciplina, luego de que una cadena de salas de deportes se rehusó a contratarla. Tal fue la presión de la opinión pública a favor de la mujer –incluyendo una amenaza de boicot a los gimnasios–, que el instituto tuvo que retractarse y dijo que en adelante modificará el criterio de “apariencia conveniente” para sus instructores.
La popular cadena Jazzercise, con sede en San Diego, California, había rechazado a Jennifer Portnick, de 38 años y 1,73 m de estatura como instructora, por una cuestión de imagen y porque no parecía “suficientemente en forma”.
La profesora argumentó que su apariencia es más cercana a la del promedio de las mujeres estadounidenses que la de los profesores de aerobics, pero dijo que su modo de vida sano la calificaba para dirigir una clase, ya que realizaba actividad deportiva a ritmo diario.
La mujer presentó una querella ante una comisión que defiende los derechos humanos en San Francisco. Su caso correspondía plenamente “al temor de las personas sobre lo que significa la obesidad”, dijo Larry Brinkin, portavoz de esa comisión. Luego de la amenaza de un boicot contra las salas de gimnasia, Jazzercise anunció su cambio de postura.