SOCIEDAD › CHABAN SE MUDO A UNA ISLA MAS ALEJADA,
CON UNA CASA AISLADA

Un lugar a salvo de los escraches

En la madrugada, el dueño de Cromañón finalmente se mudó. Lo hizo con una impresionante custodia de la Prefectura, aunque allí sólo había periodistas. Cómo es la nueva morada de Chabán.

La nueva casa de Omar Emir Chabán es de color salmón, el nombre del pez que nada contra de la corriente. Y parece ser un lugar anti-escraches. Al menos, ésa es la impresión que deja la isla Don Mariano, ubicada en el kilómetro 14 del río Carapachay, donde se refugia desde ayer. A partir de ahora, quien quiera acercársele podrá hacerlo desde el río, sobre un bote, pues el ingreso a tierra está prohibido por ser la isla una propiedad privada sin camino de libre tránsito. La sencilla pero coqueta morada del gerenciador del boliche en el que murieron 194 personas está en una inhóspita zona del Tigre, a casi una hora de viaje en lancha desde el puerto y alejada de vecinos, aunque no de los Albatros, el cuerpo de elite de Prefectura Naval que montó una tienda de campaña en el fondo del terreno para dar cobijo a 20 guardias cuyo deber es custodiar la recortada libertad de Chabán. Un dato más: la casa de Omar Emir está frente a un lago donde aterrizan “ovnis”, según contaron años atrás los propietarios de la vivienda que él alquila.
En la madrugada de ayer, a las 5.30, Chabán fue trasladado en medio de exageradas maniobras de la Prefectura Naval tendientes a esquivar a la prensa apostada frente a Papillón –el segundo de los tres hogares que el empresario ocupó en sólo un mes– y custodiar al hombre hasta que estuvo arriba de la lancha que lo perdió en la oscuridad del río. “A mí no me molesta que Chabán esté aquí, sino el tema de lo costoso que es mantenerlo”, opinó ante este diario Rosa, dueña de una estación de servicio flotante, enojada por el gasto que implica para el Estado la seguridad del ex gerenciador de Cromañón.
A la nueva vivienda de Chabán se llega luego de un largo y frío viaje de casi una hora en lanchas que provocan ladridos de enojo de los perros, a falta de autos o bicicletas para chumbarles. El hogar de dos plantas tiene una laguna artificial de uso exclusivo y está rodeado de pinos que silban con el viento en la paz del río, lejos, muy lejos del ruido de ciudades como San Martín o el barrio de Constitución, donde vive su amigo recién liberado Raúl Villarreal (ver aparte).
Sólo desentonan con el paisaje de la isla de Chabán las vallas policiales, el baño químico para los Albatros y el “Camarón”, el bote de Prefectura atado al muelle. La casa es pequeña, con un acceso por el frente con una escalera externa que conduce a dos dormitorios del primer piso, y otra entrada que comunica la cocina y el living (y un baño) con un apacible jardín al fondo, donde algunos prefectos levantaron ayer enormes carpas mientras otros acomodaban sus ropas y decenas de colchones, trataban de conectar una heladera y cocinaban el asadito del mediodía.
El inmueble es propiedad de la familia Frías, una de las más conocidas del lugar. Y quien la habitó hasta anteayer fue Ariel Frías, un hombre de unos 40 años que, según comentó Gloria, su madre, “sólo le quiso hacer un favor a un amigo”, que a su vez es amigo de Chabán. Según el breve diálogo que la mujer mantuvo con Página/12, “la casa es una de las dos que siempre alquilamos”, pero la que ahora ocupa Chabán “sólo es un favor, no es como se anduvo diciendo por ahí que se cobró una plata”. Su afirmación fue a contramano de lo que había asegurado a este diario el abogado de su inquilino, Pedro D’Attoli: “El contrato está a nombre de Chabán, el alquiler cuesta mil pesos por mes y el contrato es renovable cada 30 días”.
“No queremos problemas. Me gusta disfrutar de la paz”, fue el escueto testimonio de Ariel Frías, propietario de la vivienda donde pasa sus días Chabán. El hombre, con anteojos espejados y un cuello polar usado como gorrita, llevó durante la tarde de ayer varios trozos de leña para la salamandra con la que Chabán sobrevive al frío costero en su morada que está al lado de la de los Frías y adonde ahora vive Ariel con sus padres. Para los vecinos, Ariel es algo así como un buscavidas. “¿Quién no lo conoce al Arielito?”, se preguntaron varios que lo recordaron como el “vendedor de helados que terminó mal con su negocio” o el “pibe que siempre se rebusca con algo”.
La isla de Chabán está a pocos kilómetros de la histórica quinta del cantante Hugo del Carril y del río Paraná de las Palmas; también cerca de la Escuela 13 y frente al lago Idahome, zona donde hace 20 años cayó un meteorito y sobre el que varios vecinos aseguraron haber visto ovnis. Mirta Frías, hermana de Ariel, contó que sus padres le dijeron ver “un supuesto ovni en forma de pera volando” por ese lugar y que ella misma vio “una luz como una estrella pero de color verde claro”, al que atribuyó la característica de ovni. El testimonio fue publicado por Gabriel Romero, un ávido buscador de ovnis que colabora en medios que se dedican al tema. Al escuchar la extraña charla entre este medio y Romero, un lugareño deslizó la posibilidad de que Chabán cuente con la posibilidad de una especie de “fuga mística o intergaláctica” si volvieran a llegarle los escraches.

Informe: Adrián Figueroa Díaz

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El operativo de Prefectura incluyó que Chabán estuviera rodeado todo el tiempo por efectivos.
 
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