SOCIEDAD

Un nacimiento que obliga a cambiar la Constitución

Leonor, la hija de Felipe y Letizia, nació ayer. Debate por la sucesión de la corona española.

El dato era incontrovertible y de probada seriedad porque provenía de fuentes oficialísimas: la nena pesó 3,550 kilos y midió 47 centímetros. Le pusieron Leonor y el pueblo español la festeja ya con la jerarquía monárquica de “La Infanta”, con un júbilo apenas equiparable a alguna copa del Madriz. La infanta Leonor, primera hija de los príncipes de Asturias, Felipe y Letizia, pasó a ser parte del chismorroteo generalizado y vendría a ser la sucesora legítima de la Corona en línea con su padre Felipe, heredero del trono, de no ser porque nació mujer, sexo débil para la Constitución española y, por lo tanto, incapacitada para suceder ningún trono. En términos estrictamente literales, Leonor vendría a ser todo un suceso que no puede suceder. Tanta confusión, tanto deseo popular monárquico, tanta expectativa para nada lo que es igual a frustración, terminó abriendo un debate profundo en la plana política (y esto incluye al gobierno, al PSOE y al PP), que ya se mostró dispuesta a modificar la Constitución para impedir que un posible futuro hermanito varón le arrebate sin más la herencia ganada por mérito propio a los dos segundos de haber nacido. El primer segundo, como se dijo, estuvo dedicado al pesaje y la longitud.
El parto se adelantó en dos semanas a la fecha anunciada (cosa que suele ocurrir entre el vulgo pero no en la realeza). Los primeros datos no fueron del todo precisos, pero habrá que entender que no fue por mala voluntad ni por ningún rumor insidioso, sino que el vértigo y la ansiedad hicieron de las suyas: en lugar de anunciar su nacimiento a la 1.46, tal cual la realidad real, se dijo que había nacido a la 1.25. El dato fue corregido. También fue errónea la información de que pesaba 3,540 kilos, birlándole 10 gramitos de realeza así como así.
Los datos fueron oficialmente confirmados, incluso que doña Letizia ingresó a la Clínica Ruber, de Madrid, donde fue intervenida quirúrgicamente para dar a luz a Niña Leonor por cesárea. Para llevar tranquilidad a la familia real y a los monárquicos españoles, el ginecólogo que atendió a la princesa, Luis Ignacio Recasens, informó que madre e hija se encontraban en perfecto estado de salud.
Fue Felipe quizás el primero en entrometer el tema de la sucesión, cuando dijo, pleno de felicidad paternal, que “la lógica de los tiempos” apunta a que la infanta Leonor será su sucesora, “si así lo estiman las Cortes”. Bastó que el heredero al trono hablara para que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero metiera baza con su empeño de modificar el artículo 57 de la Constitución (referido a la sucesión masculina) y de paso incorporar otras modificaciones. El gobierno le encargó al Consejo de Estado cuatro puntos de reforma de la Constitución: la línea sucesoria de la monarquía; la reforma del Senado; la referencia a la Unión Europea y a la denominación de las comunidades autónomas. El gobierno sigue pendiente del dictamen que se hará público a fin de año.
Mariano Rajoy, presidente del PP y líder de la oposición, por su lado, coincidió con Zapatero en que la reforma debe realizarse “sin prisas”. Y si tanto el príncipe Felipe como el presidente Zapatero se han declarado dispuestos a equiparar constitucionalmente a sucesoras con sucesores, el procedimiento de modificación no es para nada sencillo, ya que incluye la disolución del Parlamento y la convocatoria a elecciones.
Desde el punto de vista del gobierno como del de la oposición, la urgencia modificatoria no es tal porque, se sabe, por el momento poco importa a los fines sucesorios que el primer descendiente de los príncipes de Asturias sea nena. Tampoco pasa nada con la especulación de que los futuros hijos de los príncipes Felipe y Letizia fueran también mujeres. El problema real empezaría a ser un real problema si antes de que se promueva efectivamente la reforma constitucional, a don Felipe y a doña Letizia se les diera por traer al mundo un varoncito. Porque, entonces, La Infanta será apenas Leonor, la primera hija que pesó algo así como 3 kilos y pico y midió casi medio metro al nacer.

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Juan Carlos y Sofía anunciaron, alegres, a su nueva nieta.
 
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