Jueves, 17 de agosto de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › CONDENA A UNA EMPRESA LACTEA
La Justicia laboral rosarina condenó a la empresa láctea Mastellone a pagar 30 mil pesos como resarcimiento a una ex empleada de 23 años echada en el año 2002 tras denunciar que fue acosada sexualmente por uno de sus gerentes. El acusado por la mujer también había sido despedido por la firma.
La jueza Adriana Mana condenó a la empresa a resarcir a la joven promotora, que llevaba seis años en la empresa. El gerente fue despedido, pero también la empleada, quien frente a esa situación demandó judicialmente a los empleadores.
El abogado de la joven, Víctor Luna, del sindicato de la industria de la leche (Atilra), explicó a Página/12 que este hecho “sienta un precedente importante en Rosario. No hubo otro antecedente”. Este episodio se produjo en 2002. “Cuando C. L. C. es víctima de acoso lo denuncia al sindicato. Este se entrevista con la empresa y en una reunión con integrantes de la firma ellos dijeron que le iban a dar trato especial al tema. Prometieron no tomar medidas contra la joven. Después de eso despidieron al gerente y al mes la despiden a ella. El motivo argumentado fue una reestructuración, a pesar de que era una de las mejores promotoras de la empresa”, relató.
El fallo “por daños y perjuicios va en contra de la firma por ser responsable de la relación entre sus empleados, además de haberla echado en lo que fue considerado por la Justicia como un despido discriminatorio”, explicó el abogado. La sentencia fue apelada por la empresa. El acosador “tenía un cargo muy alto”, indicó y aclaró que la joven, en el momento de ser echada, fue indemnizada por sus seis años de trabajo. Luna explicó que en Santa Fe “no hay ley para el acoso, todo está en pañales. Sólo hay reglamentaciones para el acoso cuando ocurre en el ámbito público”.
En este caso “el acoso era dentro de la empresa y fuera. Ella trabajaba en los supermercados. Cuando terminaban las reuniones laborales, el gerente le decía que se quedara o la invitaba a tomar algo, o aparecía en el súper a cualquier hora. También la llamaba muchas veces al teléfono particular”, enumeró Luna.
Actualmente a C. L. C. “le resulta difícil conseguir trabajo porque psíquicamente quedó muy afectada”, especificó el letrado.
Informe: M. S. Wasylyk Fedyszak.
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