Jueves, 9 de noviembre de 2006 | Hoy
SOCIEDAD › ROMINA TEJERINA, TRAS EL FALLO DE LA CORTE QUE LA BENEFICIO
La joven jujeña dijo que está “arrepentida” y se mostró ilusionada con la libertad. En la Corte precisaron el alcance del fallo.
Por Carlos Rodríguez
“Todos me preguntaron hoy (por ayer) si estoy arrepentida por lo que pasó. Y claro que estoy, pero es algo de lo que no puedo hablar. No puedo.” El teléfono de la Unidad Penal 3 de Jujuy estuvo ocupado durante las horas habilitadas para comunicarse con las detenidas que están en ese lugar. Romina Tejerina fue solicitada desde todo el país. En una charla con Página/12, ella sola, sin pregunta previa, alude a las dificultades que tiene para hablar de “lo que le pasó”, es decir de la muerte de su beba recién nacida, hecho por el cual fue condenada a 14 años de prisión. Del tema sólo habla “con la psicóloga”, ni siquiera con sus familiares más cercanos. Los que la conocen dicen que Romina es muy tranquila y así se la nota en el teléfono. Por momentos se queda callada, suspira entrecortado, como si sollozara, pero no hay estridencias ni reproches. “Estoy contenta –dice después de un silencio que parecía que iba a ser eterno–. Estoy esperando salir en libertad para abrazarme con mi familia fuera de este lugar. Estoy arrepentida, pero el que tiene que estar preso es el violador. Eso es lo que pienso.” El dolor del recuerdo está presente siempre, incluso en los momentos de alegría.
“Espero que comprendan lo horrible que es pasar por lo que yo pasé”, fue la respuesta de Romina ante la insistencia de los periodistas que querían saber si está arrepentida “por lo que hizo”. La mayoría optó por la pregunta discreta, sin golpes bajos. “Tengo atención psicológica, me ayudan porque recordar me hace muy mal”, responde la joven una y otra vez. Ayer por la tarde Romina estaba ansiosa, esperando la visita de su madre, Elvira Baño, y de su hermana mayor Mirta Tejerina. “Lo único que quiero es tenerla de nuevo conmigo, fuera de la prisión”, dijo Elvira, que sigue viviendo en San Pedro, el escenario del drama. Ayer la encontraron a Romina “de mejor ánimo por la noticia del fallo”, porque el fin de semana pasado “no quería comer nada, estaba muy deprimida”. El domingo ni siquiera la había alegrado la presencia de la familia en pleno, Elvira, Mirta, Florentino –el padre–, y la hermana menor, Erika.
Lejos de la Unidad 3, la decisión de la Corte Suprema nacional que puso a Romina cerca de su libertad –hasta que la sentencia quede firme–, generó comentarios a favor y en contra. El presidente del alto tribunal, Ricardo Lorenzetti, salió a explicar que la Corte sólo ordenó a su similar de Jujuy que revise la negativa a conceder la excarcelación de Romina. Lorenzetti aclaró que los argumentos presentados por el tribunal jujeño “no estuvieron bien fundamentados”. Mariana Vargas, abogada de Tejerina, insistió en que su defendida “merece la libertad” y sostuvo que “antes de pensar en el castigo, hay que pensar qué es lo que está pasando en la sociedad, para que sucedan estos casos”, en alusión a una secuencia que comenzó “con una violación que quedó impune y un embarazo no deseado”.
“Me parece que el caso de Romina nos planteó la realidad que se sufre por el hecho de ser mujer y que nuestros cuerpos están a disposición de otros que se consideran con el derecho de tomarlo cuando quieran para su propio placer”, dijo Vargas. La abogada consideró que para Romina “hay un antes y un después de su historia pública” porque su caso “cambió la vida cotidiana de muchas mujeres” que sufrieron abusos similares. Vargas también confirmó que Romina está “muy contenta” con la posibilidad de recuperar su libertad, aunque ésta no vaya a ser definitiva, porque eso depende de lo que digan los jueces sobre la cuestión de fondo, es decir sobre las razones que argumentaron para condenarla a 14 años de prisión por homicidio agravado por el vínculo.
Romina se aferraba ayer a la idea de estar de nuevo en libertad: “Estoy re contenta con el fallo de la Corte nacional y ahora esperamos para saber lo que pasa con los jueces de acá, de Jujuy. Ya me lo explicaron todo muy bien”, le dice a este diario durante un contacto telefónico. “Yo quisiera que la gente se ponga en mi lugar, para saber lo feo que es estar encerrada acá, sobre todo porque yo considero que no soy la culpable de todo. Yo creo que el culpable es el violador y que él debería estar en mi lugar. Es muy doloroso todo. No puedo estar contenta del todo. Nunca puedo”, dice Romina. En la frase final parecía hablar consigo misma.
Se anima cuando habla de un futuro lejos de la cárcel: “Lo único que quiero es salir para terminar el secundario. Tengo que hacer el quinto año y después seguir una carrera universitaria. Quiero ser abogada”, afirma, como si el rumbo de su propia historia la fuera llevando hacia la búsqueda de argumentos jurídicos que puedan ampararla. “Tengo que pensar hacia adelante, no puedo retroceder, porque retroceder me hace muy mal”, insiste, como tratando de alejar los fantasmas que la persiguen.
Dijo que no quiere volver a San Pedro, la ciudad donde vivía. “Le tengo mucho miedo al violador, porque yo estoy presa, pero él sigue suelto y eso me da miedo.” Elvira, la mamá de Romina, asegura que “es buena” la relación que tienen con los vecinos de San Pedro, pero admite que, de todos modos, su hija no quiera volver. “Los vecinos me preguntan por ella y cuando les cuento que Romina a veces está bien y otras veces se decae, me dicen que tenemos que seguir adelante y eso me ayuda un poco.” Elvira confirma que “el sueño de Romina es seguir estudiando, terminar su secundario. Ella quiere estudiar abogacía. Es el sueño que tiene. Y bueno, tendré que venirme a vivir a (la ciudad de) Jujuy para acompañarla...”.
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