Viernes, 5 de enero de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › FUNCIONARIO JUDICIAL DENUNCIA A JEFES PENITENCIARIOS
Las denuncias apuntan contra penitenciarios del penal de San Nicolás. Además, los presos relatan ante los jueces casos de torturas, submarino seco, golpes e inyección de somníferos.
En octubre de 2003, la defensora oficial de Lomas de Zamora, Marcela Piñero, y la secretaria de Ejecución de La Matanza, Mariana Iacona, fueron visitadas por dos presos que entregaron a ambas funcionarias las facas con que debían apuñalarlas como parte del trabajito encargado por un funcionario del penal de Mercedes, donde estaban alojados. En diciembre de 2005, Juan Mahíques recibió el mismo tipo de revelación-amenaza, inmediatamente después de presentar un hábeas corpus colectivo para los presos casualmente del mismo penal, después de que se descubriera que el agua de esa unidad estaba hacinada de la bacteria Escherichia coli. El 21 de noviembre pasado, un preso del penal de San Nicolás reveló a Gabriel Ganón, defensor general de ese partido, que le habían encomendado un trabajo similar y que él era el objetivo. ¿Qué tienen que ver el penal de Mercedes en 2003, en 2005 y el de San Nicolás en 2006? “Miguel Angel Libares era el subdirector del penal de Mercedes y ahora es el director en San Nicolás”, hilvanó Ganón.
El último jueves del año, Marcelo Leguizamón Camacho, otro interno de la U3 de San Nicolás, entregó una faca ante un juez de San Nicolás, denunciando que se la había dado “(Carlos) Roselli para atender a un preso”. Roselli, que es jefe de Vigilancia y Tratamiento en la U3 y que también pasó por Mercedes, usó como argumento en su defensa que la faca se la había entregado el propio Ganón al preso cuando lo había entrevistado a solas. Era el 28 de diciembre, Día de los Inocentes.
El ocurrente jefe de Vigilancia y Tratamiento coincidió en diversas oportunidades con Alfredo Lione, ex director de la U3 de San Nicolás, ascendido por el ministro de Justicia Eduardo Di Rocco a director de la Regional Norte, que abarca las cárceles de Trenque Lauquen, Junín, San Nicolás, Baradero y Mercedes. El premio tuvo lugar después del caso De Angelis, revelado por Página/12 y ocurrido el 30 de julio de 2006 en la U3, el mismo penal que por entonces dirigía Lione, y trataba y vigilaba Roselli. De Angelis Vacarini, y los presos sin condena Gutiérrez y Bogado pelearon (o intentaron hacerlo) por objetos que alguien había robado de la celda de los dos últimos. Los guardias les abrieron la puerta permitiendo que se encontraran en el baño, pero antes de que se tocaran un pelo aparecieron al menos once penitenciarios. Los tres presos supuestamente enfrentados coincidieron en su declaración: “Los guardias nos cagaron a palos”. De Angelis llevó la peor parte: le partieron el hígado a patadas y permaneció hasta noviembre internado en un hospital de La Plata, sin arreglo. Deberá padecer de por vida su hígado partido en cuatro, además de otras lesiones irreversibles. Pese a exponer lo que quedaba de su integridad desintegrada, el preso reconoció a los once que lo masacraron, entre ellos a Cruz, el segundo de Roselli, que igual que su jefe sigue tratando presos en San Nicolás.
La Justicia rechazó la pretensión de De Angelis de ser tomado como particular damnificado porque lo representaba Gabriel Ganón. La extraña dimensión de la Justicia no terminó allí: tampoco aceptó que Ganón lo representara en una acción civil porque es defensor oficial.
Después del caso De Angelis, Lione fue premiado y Ganón amenazado. El 21 de noviembre el mismo día en que la Comisión Provincial por la Memoria –de la que Ganón es un permanente colaborador– presentaba públicamente su segundo informe sobre el horror de las cárceles bonaerenses, el interno de la U3 Nicolás Prunella Lamason informaba al defensor general que “el señor Roselli, que es el jefe del penal, me había encomendado lesionar a un tal Ganón”, además de “apuñalar a un pibe, a cambio de sacarme cuatro días al hospital y que me escapara”.
La vigilancia y tratamiento en la U3 siguió teniendo lo suyo. El 10 de diciembre, al preso César Alonso Ojeda se le ocurrió pedir unos fideos para cocinar. Según el relato de lo que quedó de Ojeda, discutió con el encargado hasta que entró la guardia, lo arrastró por el pabellón hasta la salita de abogados, entre cinco lo desnudaron y le metieron el short en la boca. Lo reventaron a patadas y después el médico le inyectó una plancha (en la jerga significa aplicar una droga para dormirlo igual que en los viajes de la muerte) y lo dejaron tirado durante 12 horas. Se despertó en el calabozo destruido. La versión oficial: se autolesionó para pedir traslado.
En Nochebuena y Navidad los presos de la U3 recibieron sus regalos cotidianos. Eduardo Nicolás Ramírez, uno de ellos, lo testimonió: declaró ante Ganón que el 24 hubo una pelea entre presos por tarjetas de teléfono. El 25, según el relato, Roselli llamó a tres presos y les entregó “tarjetas y pastillas” a cambio de “atender” a los presos José Arellano Pereyra y Federico Maidana Calveira, que eran amigos del demolido De Angelis. Se desató una pelea y entró la guardia. Ramírez fue testigo de cómo introdujeron a Calveira en la celda y le disparaban por el pasaplatos hiriéndolo en el rostro, y también dijo que al frente de la represión estaba el ocurrente Roselli. El mismo Día de los Inocentes Ramírez escuchó “... cuando me estaba bañando ‘ahora, ahora’ y siento un golpe en la cabeza con algo de goma y caigo al piso”. Después de patearlo lo llevaron a una oficina, “donde me esposan a la silla y empiezan a golpearme. Después uno de ellos me pone una bolsa en la cabeza y la cierran mientras me siguen golpeando. Me empieza a sangrar la nariz y entonces me sueltan y siento que me inyectan algo en el brazo. Quedé dormido como 24 horas. Cuando me despierto me llevan de nuevo a la oficina, me vuelven a golpear y me inyectan plancha. Después me dijeron que no dijera nada porque me mataban”.
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