Un vecino del barrio de San Cristóbal mató de un escopetazo a un asaltante que, luego de atacar a la nuera y los nietos de quien le daría muerte, había quedado encerrado en el palier del edificio. Según fuentes policiales, el asaltante había amenazado con un arma al vecino, exigiéndole las llaves del edificio para poder salir. Dos cómplices del asaltante lograron escapar.

Tres amplias manchas, distintas pero de la misma sangre, permanecían anoche en la entrada del edificio de Matheu 928, entre Estados Unidos y Carlos Calvo. Es una casa de dos plantas, sencilla, compuesta por departamentos de los denominados “tipo casa”.

Hasta allí había llegado el hombre de unos 35 años, armado de un revólver calibre 32 largo, luego de asaltar, en un departamento del primer piso, a una mujer llamada Liliana, que estaba acompañada por sus dos hijos de corta edad. No pudieron robarle más que un DVD, y en los forcejeos una maceta del balcón cayó a la calle.

Según la información suministrada por la policía, sus dos cómplices, una mujer y un hombre, lograron huir por la puerta de entrada –presumiblemente con una llave que le sustrajeron a la mujer que habían asaltado–, pero éste se demoró, la puerta se cerró y ya no podía abrirse desde adentro.

Acorralado, el asaltante buscó a alguien que pudiera abrirle y encontró a ese vecino, que estaba haciendo arreglos en un palier; es el suegro de Liliana, y abuelo de los chiquitos. El asaltante lo amenazó y le quitó un llavero pero, al volver a la puerta, ninguna llave abría. El asaltante se volvió entonces contra el mismo vecino, pero éste se había munido ya de una escopeta de su propiedad, y le pegó una perdigonada que lo alcanzó en el pulmón derecho. En los espasmos de su caída, el herido pintó las tres manchas de sangre. Trasladado al Hospital Ramos Mejía, murió cuando los médicos intentaban asistirlo.

¿Cómo habían ingresado en el edificio los asaltantes? Hay dos versiones. Según la primera, habían tocado los timbres de entrada hasta que una vecina, Liliana, bajó a ver qué pasaba; entonces, desde afuera la amenazaron con el revólver para obligarla a abrir. Según la segunda versión, ingresaron por los fondos del edificio, accesibles desde propiedades linderas.

Según dijo a este diario una vecina, el que disparó la escopeta “es un hombre de casi 70 años, que vivió gran parte de su vida en el campo. La escopeta la tiene legalmente, con papeles. Siempre está haciendo arreglos o trabajos de carpintería, para sus nietos o para nosotros, sus vecinos”.

Las fuentes no proporcionaron el nombre del delincuente muerto, pero dijeron que tenía 35 años y llevaba un revólver calibre 32 largo. El delincuente murió en el hospital Ramos Mejía, donde fue trasladado por una ambulancia del SAME, convocada por personal de la comisaría 18ª.