Viernes, 11 de mayo de 2007 | Hoy
Según el informe anual de la OIT, no crece el número de mujeres que buscan trabajo, porque deben dedicarse al hogar.
Pese a los logros conquistados en la Argentina en materia de derechos de las mujeres, de su inserción en el ámbito público y el mundo laboral, el hogar continúa siendo hoy el mayor enemigo en la búsqueda de equidad entre hombres y mujeres. Según el informe anual presentado ayer por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), el fuerte crecimiento económico que se registró en los últimos años benefició a los hombres a la hora de buscar empleo, pero se olvidó de las mujeres que, en un contexto de cuentas no tan apretadas, guardaron los clasificados y se quedaron con sus hijos en casa.
El estancamiento en la tasa de actividad femenina (mujeres en edad de actividad económica que buscan trabajo) fue el dato más claro y relevante que ayudó a demostrar que los buenos tiempos de la macroeconomía no son tan prósperos para más de la mitad de la población del país. De acuerdo con datos del Indec, la tasa de actividad femenina del año 2006 disminuyó en comparación con la de 2003. En 2006, el índice se ubicó en 49,8 por ciento, mientras que hace cuatro años estaba en 50. En cambio, para los hombres, la tasa de actividad creció del 74,5 por ciento en 2003 al 75,4 por ciento en 2006. En años intermedios, la tasa se ubicó en cifras similares, sin grandes sobresaltos: en 2004 su pico fue de 49,9 y en 2005 se ubicó en 49,7 por ciento.
“En un contexto de auge económico se produce un estancamiento de la tasa de actividad, que obliga a las mujeres a retornar al ámbito doméstico, lo que dificulta su inserción en el mercado de trabajo”, sostuvo Corina Rodríguez, consultora que elaboró el estudio local de la OIT y que fue difundido ayer en consonancia con la presentación en la ciudad de Bruselas del informe mundial “La igualdad en el trabajo: afrontar los retos que se plantean”, una suerte de seguimiento de las condiciones de trabajo en el orbe que realiza cada cinco años la organización (ver aparte).
El desigual reparto de las tareas domésticas, incluido el cuidado de los niños, sigue representando el mecanismo más efectivo de exclusión de la mujer. Según los datos de la última Encuesta Permanente de Hogares (EPH), “el 60 por ciento de las mujeres declaró ser la principal responsable de las tareas del hogar, mientras que el 65 por ciento de los varones reconoció no hacerse cargo, ni tampoco ayudar en la realización de estas actividades”. “La raíz de este cambio cultural que se requiere debe basarse en la implementación de políticas públicas que busquen la conciliación de la división de género”, destacó Rodríguez.
La situación es aún más grave para la población femenina de escasos recursos y con mayor cantidad de hijos. La falta de guarderías y la escasa de oferta de cuidadores son un impedimento actual y un reclamo a los empresarios escuchado más de una vez en la difusión del informe. “Estamos discutiendo este tema con cada provincia, porque creemos que la apertura de guarderías es necesario para el reparto de las tareas domésticas”, destacó María José Lubertino, presidenta del Instituto Contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi).
La precarización laboral es una de las cuentas sin saldar en la lucha por la equidad. Una gran parte de las mujeres que lograron ingresar al mercado laboral en los últimos años no ganaron con ello acceso a los beneficios sociales. En el segundo semestre de 2006, mientras el 43,1 por ciento de los asalariados hombres se encontraba en empleos no registrados, este porcentaje ascendía a 56,5 por ciento en el caso de las mujeres. Esta disparidad se profundiza en el interior del país, como es el caso de las provincias del NOA, donde las tasas se ubicaron el año pasado en 58,1 para los hombres y 70 por ciento para las féminas.
La directora de la organización en la Argentina, Ana Lía Piñeyrúa, planteó la necesidad de abrir el abanico de oportunidades laborales a espacios de mayor jerarquía y calidad, posibilidades hoy restringidas a los servicios comunales y domésticos. Un 17,2 por ciento de las mujeres ocupadas y un 22,7 por ciento de las asalariadas realizan actividades de servicio doméstico. Se trata, en estos casos, de mujeres adultas de bajo nivel educativo que tienen a su cargo la economía hogareña. Según el Ministerio de Trabajo, el 94,5 por ciento del total de las empleadas domésticas que trabajan seis horas o más no se le descuentan los aportes jubilatorios.
Ganar menos por cumplir igual función que un hombre es una realidad que intentan cambiar las organizaciones de mujeres. Sus remuneraciones se ubican, en promedio, en un 70 por ciento del ingreso de los varones. Una excepción a la regla es la diferencia salarial en la administración pública nacional, en donde la brecha se restringe a sólo dos puntos, de acuerdo con un relevamiento realizado por la Comisión Tripartita de Igualdad de Oportunidades entre Varones y Mujeres en el Mundo del Trabajo, dependiente de la cartera laboral.
Informe: Elisabet Contrera
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