El marco era diferente. En el teatro del sótano de Liberarte se notaba que la mayor parte del público aspiraba el aire como si fuera la última vez. Salvo el jurado, en el escenario, y un grupo de morrudos sentados al fondo de las graderías, el resto, hombres y mujeres, miraban, escuchaban, aplaudían y hasta lagrimeaban cuando el presidente de la fundación Liberarte, Luis Schenone, leía los nombres de los premiados o de los que habían recibido una mención. Liberarte estaba de festejo por sus 20 años, y una treintena de presos del SPB también lo estaba, porque tres de los suyos habían recibido los tres primeros premios, porque de paso se encontraban con sus hijos, familiares y amigos, y porque, después de todo, aunque sea por cinco minutos, la libertad siempre es motivo de festejo.

Tras la convocatoria abierta, se recibieron 79 cuentos, 27 de los cuales correspondían a internos de unidades bonaerenses y uno de Córdoba. Pero el jurado convocado (Vicente Zito Lema, Dalmiro Sáenz y José Luis Mangieri) no estaba enterado de quién era el autor de cada relato. El resultado fue que Carlos Segal (“Retoños míos, historias de la vida real”), Pedro Toledo (“Dónde está el amor”) y Porfiria Martínez (“El final”) ganaron los tres primeros premios, con 2000, 1000 y 500 pesos, respectivamente. Entre otros, Fernando Esteche, líder de Quebracho preso, recibió una mención –aunque se denunció que los jueces no lo habían dejado asistir–. Hubo aplausos, risas, lágrimas. Después, los morrudos pusieron las esposas.