Mientras los imputados que recuperaron la libertad el domingo fueron sumando contradicciones, levantó ayer temperatura el cruce entre el juez César Melazo y el gobernador Felipe Solá. El magistrado dijo que el mandatario avasalla al juzgado y Solá retrucó que Melazo avasalló la justicia dejando en libertad a Leandro Colucci y Gustavo Mastrovitta. El abogado de Colucci admitió ayer que es la voz de su cliente la que en las escuchas telefónicas conocidas le dice a su ex novia, la joven policía Noelia D’Erano, “primero fue Cachorro, ahora Ale (por Alejandro Vatalaro, quien recibió 33 puñaladas), la próxima sos vos”. Y en otro mensaje le dice: “Te acuchillaron al nene. Y no acuchillado, también un tiro en la cabeza”, cuando todavía nadie sabía que a Vatalaro lo había rematado con un proyectil calibre 9 milímetros. Por su parte, el otro liberado, Gustavo Mastrovitta, sostuvo que es hincha de Estudiantes pero no barrabrava, pero el Coprosede lo filmó en plena trifulca de la barra de Estudiantes con un cuchillo en la mano.

El conflicto entre el magistrado y el gobernador se planteó a raíz de la decisión de Melazo de dejar en libertad a Colucci y Mastrovitta, pese a que las fiscales presentaron numerosas pruebas contra ambos.

- En el auto de Colucci se encontraron muestras de sangre en la cerradura, el baúl y el interior. Colucci dijo que compró carne de vaca y que las manchas vienen de esa carne. Un primer laboratorio judicial indicó que son manchas de sangre humana.

- Las dos escuchas telefónicas son una prueba de importancia. Los testimonios coinciden en que Colucci tiene una personalidad totalmente desequilibrada, al punto de que perseguía a Noelia dentro del Ministerio de Seguridad y rompió el vehículo de alguno de sus compañeros de trabajo.

- Existe un identikit, dictado por un taxista que se topó con los homicidas esa noche, que es muy parecido a Colucci.

- En la vivienda de Colucci se encontró ropa lavada pero con rastros de sangre, zapatillas que coincidirían con el dibujo plantar encontrado en la escena del crimen y otros elementos.

Tal vez las pruebas no lleven a nada, pero varios magistrados consultados por este diario señalaron que ellos no hubieran otorgado la libertad a los imputados.

En el caso de Mastrovitta, un hombre gigantesco de casi 150 kilos de peso, la prueba más importante es una herida de bala que tiene en el brazo. El barra de Estudiantes argumentó que tuvo un problema cerca de su casa y habló de un disparo calibre 22. Los forenses, en cambio, afirman que se trata de un orificio de un centímetro, correspondiente a un calibre grande, casi seguro 9 milímetros. A esto hay que agregar que en su casa se encontraron rastros de sangre y zapatillas cuyo dibujo plantar también coincidiría con huellas encontradas en la planta transmisora. Mastrovitta dice que los rastros de sangre son de él y provienen de la herida que recibió. Los investigadores, por su parte, afirman que no hizo la denuncia del incidente en el que resultó herido y que es demasiada casualidad que justo tenga un balazo después de lo ocurrido en La Plata.

Melazo ayer dudó del móvil pasional, aunque no lo descartó. El gran debate con él es que otorgó la libertad a los imputados, pese a los elementos en contra de ambos. Podría haber esperado los análisis más profundos de laboratorio y recién después, si no había concordancia, ordenar la libertad. “El juez exigía que en 48 horas se hiciera todo lo que exigía. Los aportes de las fiscales eran suficientes como para esperar más y no dejar libre a gente peligrosa”, sostuvo el gobernador Solá. Entre los investigadores existe la idea de que, tal vez, lo pasional puso en marcha el crimen, pero los barras podrían haber tenido también la intención de provocar conmoción, aunque nadie define hasta el momento para quién jugaban y juegan en el terreno político. Por ahora, el caso arroja muchas dudas e interrogantes y habrá que ver si se reafirman las pruebas contra los dos liberados y otros tres barras de Estudiantes, uno de ellos ex policía, que están en la mira.