Miércoles, 20 de febrero de 2008 | Hoy
SOCIEDAD › RETIRAN UNA PLACA RECORDATORIA DE NATALIA MELMANN
El santuario de Natalia Melmann –la adolescente de 15 años asesinada y torturada presuntamente por agentes de la comisaría de Miramar– fue incendiado, según denunciaron a Página/12 sus familiares. Ayer, su madre informó a este diario que se encontraron restos de “kerosene en la tierra”. Además, indicó que por presiones de la abogada de los acusados se retiró la placa recordatoria que se había colocado en la comisaría, y que durante la noche del séptimo aniversario del crimen se oyeron “disparos y gritos amenazantes” en la puerta de la casa familiar.
Dentro del vivero en el que se encontró el cuerpo de Natalia, el 9 de febrero de 2001, un árbol cobijaba desde entonces recuerdos que su familia había acercado para mantener latente el pedido de justicia. Pero en la madrugada del 6 de febrero pasado, un día y medio luego de que se colocara una placa en la comisaría de Miramar, el santuario fue “incendiado”. La denuncia fue hecha por la madre de Natalia, Laura Calampuca, que explicó a Página/12 que “las investigaciones encontraron kerosene” en la tierra.
“Una cosa era si se quemaba el vivero, que con la sequía que hay podría entenderse, pero fue sólo ese lugar, el que recuerda a mi hija”, lamentó Calampuca. Luego, informó que el lunes, su marido y padre de Natalia, Gustavo Melmann, se entrevistó con el intendente local, Patricio Hogan, quien “no estaba ni enterado” del atentado ocurrido bajo su jurisdicción.
La seguidilla de extraños sucesos en torno del caso se había iniciado el 4 de febrero último, a siete años del crimen. En el día de la No Violencia –instaurado por el Concejo Deliberante de Miramar en homenaje a Natalia–, sus familiares y amigos marcharon para reclamar justicia y colocaron una placa en la comisaría, que recordaba “a quien fuera asesinada y torturada por agentes de esta comisaría en 2001”. No precisaba los nombres de los acusados –los cabos Ricardo Suárez y Ricardo Anselmini, y el sargento Oscar Echenique, por el crimen; y Gustavo “el Gallo” Fernández, sindicado entregador de Natalia–, pero no se mantuvo demasiado tiempo en ese lugar.
“La abogada Patricia Perelló, defensora de los acusados, fue al Concejo y exigió que se desmonte la placa porque aún no hay sentencia firme en el caso, pero nosotros no poníamos los nombres y además el Concejo nos lo había permitido”, comentó Calampuca. Ese mismo Concejo, ante el pedido de Perelló, mandó a quitar la placa, lo que al decir de Calampuca “demostró la laxitud de los concejales”.
Además, la madre de Natalia denunció que durante la madrugada del 5 de febrero pasado, los vecinos de la familia escucharon “disparos al aire y gritos amenazantes de al menos dos personas” en la puerta de su casa. La seguidilla de disgustos provocó que Gustavo Melmann debiera ser internado con una “grave descompensación”, de la que aún intenta recuperarse.
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