Domingo, 27 de junio de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › LA MADRE LESBIANA DE UN ALUMNO DE LA ESCUELA
Por Soledad Vallejos
“No soy de meterme mucho en sus cursadas, pero él era reacio a estudiar esa materia. Tenía notas bajas, y entonces un día le dije ‘dame los apuntes, que te ayudo porque tenés que levantar la nota’. Y me lo da así, cerrado, me tira el libro en la mesa”, cuenta Elizabeth A., la madre del adolescente A. Sólo ese día empezó a comprender por qué su hijo se había convertido en un ser hostil y más hosco de lo esperable en un chico de 16 años. De esto hace algo menos de un año. Todavía hoy, cuando A. ya cumplió 17, cursa 2º año del Polimodal en otro colegio y pasó por varias terapias, sostiene discursos y actitudes homofóbicas que tienen por blanco más cercano a su madre y la abogada que es, desde hace cinco años, pareja de ella. Hasta el año pasado, esas tres personas convivían armónicamente; hoy, cuenta Elizabeth, la situación es explosiva.
–¿Qué pasó cuando finalmente pudo ver los apuntes que A. recibía de la docente?
–Empecé a leer esas cosas terribles, y lo miré y le digo: “¿Qué es esto?”. Me dice: “La profesora quiere que lo estudiemos de memoria, y lo tenés que decir así”. Yo no podía contenerme. “Es una aberración”, le dije. Y empezamos a charlar, a leerlo, nos reíamos. Sobre los propios apuntes le hice anotaciones, en algunos sitios llegué a poner cosas como “jajaja”, porque son cosas tan absurdas que es para reírse. Un poco antes, él había empezado a decir que quería una familia normal, con mamá y papá, pero que como su mamá y su papá se habían separado era imposible. Decía que esta familia no es normal.
–¿Nunca antes había dicho algo así?
–No, todo fue por la misma época. Le dije: “¿Quién te dijo qué es normal y qué no es normal? Fijate quién te lo dice”, pero claro, yo lo decía sin saber qué estaba leyendo.
–¿Reclamó ante el colegio por este material?
–Quise hablar con alguna autoridad, pero nunca estaba la directora, me decían siempre “vuelva más tarde”. Todo sin saber el motivo por el cual yo quería verla. Yo empecé a pensar en hacer la denuncia ante el Inadi. Mi pareja, que es abogada, me insistía con que era necesario, pero yo dudaba un poco. En casa fue una hecatombe: de repente sólo hubo discusiones y peleas. El decía que no aguanta a los homosexuales. Antes íbamos a pescar los tres, también de vacaciones, de viajes de fin de semana, jugábamos a la Play juntos. Y de repente cambió completamente. El mismo reconoce que cambió; dice “antes yo era chico y jugaba, pero me choqué con el mundo real, ahora no sé qué hacer”.
–¿Pudo hablar con compañeros de él, o con sus padres?
–He hablado con la madre de una de las compañeras pero nadie notó nada. Sin embargo, en el aula había un chico que era gay y se mantenía en silencio. Lo cargaban, le decían cosas, él no daba bolilla a eso, y sin embargo eran todos amigos. Salían, se divertían juntos. Hasta que un día a ese chico se le hizo algún click y se empezó a separar del grupo. La profesora que les dio estos apuntes hizo hincapié en la homosexualidad, en la sexualidad de ellos, en que la castidad es lo único válido. Aparte el tema del sida, que también hay material aberrante ahí.
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