Desde París

Los telespectadores franceses que ayer vieron el partido de octavos de final entre Ghana y Estados Unidos en el canal público de la televisión francesa, France 2, se quedaron sin conocer el nombre de la capital de Ghana. En una alucinante escena en dos tiempos, el canal público exhibió ante millones de personas un episodio de un racismo sobrenatural. Después del primer tiempo de este encuentro ganado 2-1 por Ghana, la televisión realizó un enlace vía satélite con Washington, la capital del imperio que pugnó con nobleza y convicción por una victoria que Ghana le sacó de los labios en las prolongaciones. Quienes esperaban ver el mismo enlace con la capital de Ghana, Accra, se quedaron con las ganas. Para el canal público y su visión geodiscriminatoria del mundo sólo existía el amigo norteamericano. Poco importaba que Ghana fuese el único país africano que estaba llegando a esas alturas del Mundial, menos aún que ésta fuera la primera Copa del Mundo que se organiza en el continente africano.

Cociente, el puro, el blanco, y solo él. La espada discriminatoria cayó al final del partido. Ghana era la única nación africana que llegaba a cuartos de final en el Mundial africano, pero la televisión pública cortó la transmisión del partido y las expresiones de alegría y de derrota de unos y otros para volver a Washington, la capital del perdedor, y no a Accra, la capital del país que, después de Camerún en 1990 y Senegal en 2002, conseguía el honroso pase a cuartos. Colmo del mal gusto y el apartheid catódico, France 2 entrevistó en directo desde Washington a un esbelto norteamericano que hablaba un perfecto francés. El hombre, educadamente, comentó la derrota. Detrás de la periodista y el entrevistado apareció un afronorteamericano que se pasó todo el tiempo gritando “¡Viva Ghana!”. Desde luego, nadie lo entrevistó. El representaba a los ganadores, pero como no era una voz del imperio, no cuenta. Dos secuencias breves, extravagantes, un espejo profundo de la mirada racial y separatista con que este Occidente europeo presenta el mundo en los canales públicos de la televisión.