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María del Carmen Feijoó es socióloga. Desde hace años viene combinando la investigación con el trabajo en puestos de gestión en áreas de educación y políticas sociales. Su último libro, Equidad social y educación en los años ‘90, editado en el marco de un proyecto latinoamericano impulsado por el Iipe-Unesco, avanza sobre una polémica no saldada: cómo las políticas compensatorias ayudaron o no a revertir las consecuencias del proceso de ajuste estructural de los ‘90 y, por otro lado, en qué medida los programas “focalizados” implican la renuncia al universalismo.
Feijoó califica como “maniquea” la crítica global a las líneas de política que bajó el Banco Mundial en cuanto a la extensión de los años de educación obligatoria. Propone resignificar esa propuesta en función de las necesidades reales de los sectores más postergados. Y es en esa resignificación que valora como positiva la inclusión de 2,7 millones de chicos al sistema educativo.
Esta socióloga, que ocupó la dirección de Planeamiento de la Dirección de Escuelas bonaerenses, tuvo un fugaz paso por la cartera educativa nacional y ahora es secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales. Sigue reivindicando a la escuela como el lugar de lo público que, a pesar de todo, “puede”, aunque no sola.