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La experta en nutrición Mónica Katz no se asombra de que los malos hábitos alimentarios sean el principal factor de riesgo para la salud de la población argentina. “En principio estamos con un consumo de grasas aumentado. La grasa está oculta en todos los alimentos procesados. Además, estamos consumiendo la mitad de la cantidad de frutas y verduras que recomienda la Organización Mundial de la Salud, que es de 400 gramos por día”, advirtió Katz, autora del libro Somos lo que comemos, de Editorial Aguilar, de reciente lanzamiento. Otro rasgo muy típico de Argentina es la escasa variedad de frutas y verduras que integran la dieta familiar. “Es muy monótona, exagerando podríamos decir que se reduce a papa y tomate”, agregó al ser consultada por Página/12. “En Japón, donde están obsesionados por la variedad, recomiendan 30 alimentos diferentes por semana. Nosotros rondamos los 19. A mayor variedad, asegurás que estás cubriendo carencias. Cada alimento aporta algo distinto”, detalló.

“Somos los campeones mundiales en el consumo de galletitas: comemos 14 kilos per cápita por año en promedio. Es muchísimo. Mientras que ingerimos menos de 10 kilos de pescado. Estamos consumiendo en exceso alimentos llamados indulgentes, placenteros pero no necesarios. Pero no estamos consumiendo alimentos saludables. Por ejemplo, se recomienda comer tres porciones de pescado por semana”, precisó Katz.

–¿Por qué tenemos tan malos hábitos alimentarios?

–La base de una mala alimentación responde a un mix de factores. Thomas Robert Malthus fue un clérigo, considerado uno de los primeros demógrafos. Desarrolló en 1798 la famosa teoría malthusiana por la cual pronosticó que no iba a haber alimentos para todos por el incremento de la población. Pero se equivocó. No tuvo en cuenta el impacto de la tecnología en la producción de alimentos, además de la reducción de la fertilidad en los países desarrollados. Pero el paradigma mundial que se instaló fue el de la seguridad alimentaria: alimentos para todos. Argentina no ha quedado fuera de este contexto. Por eso en ámbitos de trabajo o en las escuelas, lo que hay es cantidad de comida. Necesitamos seguridad alimentaria pero con calidad. De morirnos por enfermedades agudas pasamos a morirnos por enfermedades crónicas. Por otra parte, toda vez que se mejora el ingreso per cápita en la población, aumenta el consumo de grasas. Cuando los pueblos salen de la pobreza comen más grasa. Y las grasas durante el siglo pasado disminuyeron sus costos.

–¿Qué características tiene que tener la alimentación para ser equilibrada y saludable?

–En primer lugar que sea suficiente en calorías, para que no haya desnutrición y variada. Se deben comer todos los grupos de alimentos y en forma balanceada. La base está en ingerir una enorme cantidad de frutas y verduras, carnes magras, lácteos descremados y cereales de grano entero.