Viernes, 2 de agosto de 2013 | Hoy
Por Pedro Lipcovich
“Recuerdo un paciente que tenía un dolor muy severo por metástasis en una vértebra, pero ése era sólo el aspecto biológico del dolor”, comentó Gustavo De Simone, presidente de la Asociación Argentina de Medicina y Cuidados Paliativos, con referencia al párrafo que, en la Carta de Praga, pide “la consideración de cada paciente como persona individual con una historia”. Es que a ese paciente “también le dolía el hecho de no poder ya trabajar; y estaba distanciado de su hermano, al que hacía mucho no veía; sus hijos vacilaban en acompañarlo porque también estaban atemorizados; sentía su situación como una injusticia. La radiografía de la vértebra era parecida a la de otros pacientes, pero la dimensión humana del sufrimiento es absolutamente individual”.
–Entonces, ¿qué hacer?
–Lo primero es dar la medicación correspondiente para aliviar el dolor físico: esa persona necesitaba morfina u otros opioides. Pero, logrado esto, facilitar que expresara sus emociones, sus ideas o temores. En ese diálogo se pudo hablar de la posibilidad de comunicarse con su hermano, se buscó el modo de ubicarlo; se le propuso una reunión con los hijos. Podemos abordar estas cuestiones en la medida en que la persona lo requiera y sin invadir su intimidad. Y esto puede ser tan importante como el alivio del dolor físico.
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