Esta semana también declararon dos presuntos testaferros (Pablo González, a cuyo nombre se encuentran autos de la flota de 5 Estrellas, y Julia Esther Picone, quien sin registrar ingresos es propietaria junto con su marido de Transportadora Leonel, atribuida a La Chancha), el considerado lugarteniente de La Chancha, Víctor Alberto “Pelado” Suárez, y la mujer de El Mono Ale, Andrea Viviana Acosta. Tal como informó este diario en cada caso, todos negaron las imputaciones de lavado, asociación ilícita y evasión agravada.

Acosta, investigada por lavado y socia de la empresa de juegos de azar de su marido, Point Limits S.R.L., coincidió con María Jesús Rivero en un punto: el apellido Ale les pesa. Para explicar la propiedad de un terreno, por ejemplo, Acosta señaló que es de su pareja pero fue puesto a su nombre para facilitar la compra “teniendo en cuenta la portación del apellido Ale”. Ella, en realidad, es ama de casa y su marido pone algunas cosas a su nombre para facilitar la administración, aunque, agregó, su marido no tiene nada sin declarar. En los allanamientos a su casa, fueron secuestradas más de 50 armas, algunas sueltas y cargadas, otras guardadas en más de cinco cajas fuertes distribuidas, casi como muebles, por la entrada y el living del lugar. Este diario pudo saber que se secuestraron más credenciales de registro de las armas que armas. Había algunas armas cortas, pero muchas armas de guerra, con miras telescópicas y municiones de punta hueca. Lo hallado fue cotizado en alrededor de 400 mil pesos. En la indagatoria, el juez Poviña preguntó a Acosta por el arsenal. ¿Para qué quiere Ale tantas armas? “Las tiene porque le gustan. Le gusta coleccionar. También hay armas a nombre mío, que las tengo por seguridad de mi hijo y de mi familia. Cuando conocí a Adolfo Angel, ya había tenido varios episodios de violencia. En esa época no vivíamos juntos, y por una cuestión de seguridad él decidió poner armas a mi nombre, debido a que él iba y permanecía días conmigo y otros días con su pareja de entonces”.