SOCIEDAD › HUBO CALMA EN NUEVA YORK PESE A LAS PREVISIONES
Noche negra, aunque calma
Por Enric González *
Desde Washington
La policía temía una noche como la del 13 de julio de 1977. El apagón de aquel día desató una caótica violencia en la ciudad. Los saqueadores se enseñorearon de barrios enteros y causaron daños valorados en más de mil millones de dólares. El jueves, al anochecer, el alcalde Michael Bloomberg cruzó los dedos y ordenó que todos los agentes de policía salieran a la calle e hicieran visibles en la oscuridad sus grandes luces intermitentes rojas y azules.
El objetivo consistía en reducir el pillaje al mínimo nivel posible. Pero la disuasión fue innecesaria: los neoyorquinos aceptaron el apagón con paciencia e incluso buen humor, como el 9 de noviembre de 1965, y los escasos saqueos reportados fueron tan escasos y dispersos que no alteraron las estadísticas. Una persona murió de infarto provocado por el pánico y un bombero resultó gravemente herido. Ese era ayer el balance de la noche más oscura en 26 años.
“Los neoyorquinos demostraron que la ciudad que ardió en 1977, cuando se enfrentaba a circunstancias muy similares, es hoy un lugar muy diferente”, declaró ayer el alcalde Michael Bloomberg.
Y, sin embargo, los pronósticos eran pesimistas cuando cayó la noche. El calor era intenso, y la estadística demuestra que existe una relación directa entre las altas temperaturas y la violencia. Además, los bares hicieron lo posible por vender su cerveza antes de que se calentara y tendieron a rebajar los precios, y era frecuente contemplar grupos de jóvenes más o menos ebrios pululando por la ciudad. Quizá la experiencia de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas sirvió para templar los ánimos. En cualquier caso, las fiestas alcohólicas se quedaron simplemente en eso.
Pese a la calma ciudadana, la policía y los bomberos tuvieron que multiplicarse. Hubo más de 80.000 emergencias, entre ellas 60 incendios de importancia provocados, en su mayoría, por las velas con que se iluminaban las viviendas. La víctima mortal, según Bloomberg, fue una persona de 40 años que sufrió un infarto cuando trataba de escapar del fuego. Los bomberos tuvieron que ocuparse también de rescatar a las personas atrapadas en más de 800 ascensores.
En los hospitales fueron atendidas unas 5000 urgencias, entre las que abundaban las crisis nerviosas y heridas menores.
Incluso una ciudad considerada violenta e inestable, como Detroit, pasó la noche negra de forma relativamente tranquila. Los peores saqueos, de forma paradójica, se registraron en Ottawa, la apacible capital canadiense. Pese a la imposición del estado de emergencia, en varios barrios de Ottawa se produjeron “serios casos de pillaje, con asaltos, rotura de escaparates y robo”, dijo Vince Bevan, jefe de la policía local.
* De El País. Especial para Página/12.