SOCIEDAD
De hambrunas y atracones
Por P. L.
Un reciente estudio sobre la diabetes se traslada a una remota isla del Pacífico y a las hambrunas medievales para enseñar cómo los genes se articulan con el estilo de vida y para mostrar –nunca se lo presentó tan claramente– cómo la selección natural se aplica a la especie humana.
La investigación fue efectuada por Jared Diamond, de la Universidad de California y publicada en la revista Nature. El autor empieza por tomar el caso de Nauru, una isla del Pacífico cuyos habitantes, tradicionalmente, soportaban hambrunas. En 1906 se descubrieron yacimientos de fosfato, valioso como fertilizante, y desde 1922 los isleños empezaron a cobrar regalías: dejaron de trabajar, engordaron. Hoy son el pueblo más obeso del Pacífico y un tercio de todos los nauruanos mayores de 20 años son diabéticos. Lo imprevisto es que, en la última década, la diabetes empezó a bajar, “presumiblemente porque la población genéticamente más susceptible falleció –sostiene Diamond–: si esta interpretación es correcta, Nauru presenta la más rápida acción conocida de la selección natural sobre la especie humana, concretada en menos de cuarenta años”.
En cuanto a los europeos, “la prevalencia de diabetes tipo 2 es relativamente baja, pese a que son los más ricos y más alimentados del mundo y los originadores del estilo de vida occidental”. La razón estaría en que “cuando en Europa finalizaron las hambrunas, a partir de 1650, la relativa abundancia de alimento pudo suscitar una ‘epidemia’ de diabetes tipo 2, que eliminó a la población genéticamente más susceptible”.
La idea subyacente es que los mismos genes que propician la diabetes son los que, en situaciones de hambre, resultan beneficiosos por permitir “una más eficiente utilización del alimento, acumulación de grasas y ganancia de peso”.