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“Más allá del estilo de vida que propicia el country, hay que fijarse qué valores propician los colegios privados a los que concurren los chicos que viven intramuros. En muchos casos, ponen el énfasis en lo académico, pero no en lo vincular, en el compañerismo y en la solidaridad”, advierte la investigadora y doctora en sociología Maristella Svampa, quien ahora está abocada a estudiar las características educativas de los colegios a los que concurren los chicos que viven en urbanizaciones cerradas. El exclusivo Colegio San Jorge, ubicado dentro del country homónimo, en la localidad de Los Polvorines, no tiene gabinete psicopedagógico, señala Svampa. “La enseñanza ahí está basada en la autodisciplina y el individualismo. El ejercicio de la autoridad tiene que ver con lo estrictamente académico, cuando debería ejercerse junto con otros valores como el compañerismo y la solidaridad”, opina.
Tanto Svampa como la socióloga Cecilia Arizaga detectaron en sus investigaciones que los chicos-country carecen de habilidades para moverse en la ciudad. “Por un lado, en los colegios reciben una gran formación académica para prepararlos para un mundo globalizado y, por otro, les faltan competencias para moverse en la ciudad”, cuestiona Arizaga. Los chicos, describió, se mueven a través de redes de autopistas, del country al shopping, siempre dentro de un sistema de encapsulamiento. “Son chicos que no saben cruzar una calle, porque están acostumbrados a que los autos dentro del country tienen que ir a 20 kilómetros por hora. Las multitudes los asuntan y pueden sufrir un ataque de pánico en un subte”, detalla Svampa. Algunos padres, apunta Arizaga, no lo ven como una falta de competencias sino como un logro: cumplieron con su idea de descontaminarse de los males de la ciudad.