“Ese olor que tienen las cortinas de baño de plástico, característico, es el de los ftalatos que se desprenden hacia el ambiente –contó Verónica Odriozola, coordinadora para América latina de la ONG Salud sin Daños–. La función de estas sustancias es hacer que el PVC se mantenga flexible; cuando las cortinas se endurecen es porque los ftalatos se evaporaron.”

Hace unos años, luego de una campaña de Greenpeace, se prohibió en la Argentina, como en otros países, el uso de ftalatos en juguetes para menores de tres años. Actualmente, “están presentes en los films para envases, pero existen regulaciones que limitan su proporción”. En cambio, estas sustancias “no están presentes en los envases de agua mineral, y tampoco se permiten en los separadores de fiambre de plástico transparente, aunque no es seguro que esto se cumpla en todos los casos”.

Odriozola aclaró que “si bien no hay pruebas concluyentes de que los ftalatos, al incidir sobre niños pequeños, puedan causarles problemas cuando lleguen a la edad reproductiva, nuestro criterio es aplicar el principio de precaución y propiciar regulaciones que los prohíban”.

Un rubro donde los ftalatos pueden ser especialmente riesgosos es el de los tubos flexibles que se usan para transfusiones a bebés prematuros. “En hospitales públicos como el Rivadavia, dejaron de usarlos”, contó Odriozola.