Sábado, 6 de octubre de 2007 | Hoy
SOCIEDAD › CRONICA DE LOS BARRIOS INUNDADOS EN LOMAS DE ZAMORA
Bastones improvisados con palos de escoba para detectar pozos y bocas de tormenta, bolsas de arena amontonadas en las puertas y compuertas en claro desuso, familias enteras que conviven con 20, 30 y hasta 40 centímetros de agua dentro de sus casas. Así amanecieron los barrios La Loma y El Faro, ubicados en el partido bonaerense de Lomas de Zamora. Una hora de lluvia bastó para que se desbordara el arroyo más cercano y el agua irrumpiera en sus hogares para no abandonarlos –según sus propios pronósticos– por unos cuantos días. “Si mejora el clima, voy a estar dos días para sacar el agua y desinfectar todo porque este agua está contaminada”, contó Rosa. Ella, como la mayoría de los vecinos, decidió permanecer en sus casas por miedo a posibles robos. Por el mismo temor, Rosa iba a estar toda la noche en vela.
“No queda otra. Los ladrones aprovechan estas situaciones”, explicó Rosa. Su decisión esconde una segunda necesidad: ceder el único colchón seco de la casa para que duerman sus cuatro hijos. “Gracias a Dios que a mi nietita que está internada no le dieron el alta porque no iba a tener un lugar donde llevarla” contó la mujer. En esta oportunidad, el agua no llegó tan alto. Una puerta de madera con marcas añejas del paso de la inundación son una muestra de que tuvieron un poco de suerte. “Ya perdí la cuenta las veces que se me inundó la casa” contestó Rosa.
Ari, del barrio La Loma, fue más memorioso. “Esta es la sexta vez en el año”, precisó. Con un palo de escoba utilizado como bastón para detectar pozos, este vecino se convirtió en el guía de Página/12 por los barrios aledaños al arroyo del Rey. El hombre vive a media cuadra del afluente. “Caen dos gotas y mi casa se inunda. Si se hubiera hecho a tiempo el aliviador este del arroyo no estaríamos viviendo esta situación”, denunció Ari, referente del Foro Hídrico, una organización lomense que desde hace siete años reclama las obras hídricas que necesita el distrito. La próxima semana viajarán a la ciudad de La Plata para reclamar al gobierno provincial el inicio de los trabajos.
“Esto es una vergüenza. Uno paga los impuestos todos los meses para vivir así”, señaló Juan, almacenero del barrio. Sin embargo, ni la lluvia ni el agua dentro del comercio fueron motivo para no atender a los clientes. Subieron las heladeras arriba de dos cajones de plástico donde comúnmente se transportan las botellas de gaseosa y permanecieron frente a la ventanilla del almacén durante todo el día. Otros vecinos prefirieron reír para no llorar. “Hasta que no saquen todo el agua no voy a votar”, gritó una vecina y soltó una gran carcajada.
Según los vecinos, Pablo tuvo suerte. El agua no llegó a entrar a su hogar ubicado en Viale 1358. “No me entró el lugar, pero estoy encerrado. Estoy como en una isla”, graficó. Su casa estaba rodeada de muchos metros de agua. Si el panorama empeora, Pablo y su esposa ya están preparados. “Tenemos un bote flotante. Se lo dieron a mi mujer”, contó. En los 30 años que llevan de matrimonio sufrieron 25 inundaciones.
La que no tuvo suerte fue Juanita. Ayer miraba la novela de la tarde y tomaba un té con 20 centímetros de agua a su alrededor. La fuerte lluvia la precipitó de la cama. Levantó a su marido Roberto y entre los dos colocaron juntos las bolsas de arena en la puerta. Luego se sentaron a esperar un milagro. La compuerta no impidió que el agua copara todas los ambientes de la casa. En ese instante comenzaron a implementar el operativo adaptación, que consiste en subir sillones y sillas de madera a muebles altos y buscar los cajones de plástico para subir la heladera y así evitar electrocuciones. “Estamos desmoralizados. ¿Hasta cuándo vamos a seguir así?”, preguntó. En estas situaciones, cumplir con el trabajo pasa a segundo lugar. “Hoy tenía que ir a cuidar a un enfermo y no pude hacerlo. Me quedé acá a cuidar la casa”, relató. El agua también pone en peligro el segundo oficio con el cual subsiste ella y su marido: la costura. “No se cuánto más va a aguantar la máquina, ya está viejita”, explicó. Desde que llegaron al barrio hace 30 años, Juanita y Roberto sufren las consecuencias del desborde del arroyo. “Antes las inundaciones eran cada diez años, luego cada cinco y ahora son cada vez más frecuentes”, rememoró Roberto.
Alberto caminaba con fuerza por el agua para que su jefe, con quien estaba hablando por el celular, creyera su versión y entendiera por qué hoy no iría a trabajar. “Adentro tengo diez centímetros de agua y en el patio veinte”, le contó. “Además, entró agua en el motor de la camioneta y no voy a poder arrancarla mañana” (por hoy). Si la lluvia le daba una tregua, el vecino se dedicará hoy a limpiar y desinfectar la casa. “Es agua del Riachuelo que se mezcla con los desechos de los pozos ciegos”, alertó a su jefe.
Según relataron los vecinos, personal de la Municipalidad de Lomas de Zamora se había acercado a la zona para ver la situación de la población. En diálogo con Página/12, el director de Defensa Civil, Cristian Green, informó que ayer a la noche envió un camión de bomberos para recorrer la zona y rescatar a la gente inundada. “El problema es que no quieren evacuarse. Entonces lo que hacemos es repartir colchones y mercadería entre los afectados”, explicó. Los vecinos de los barrios aledaños al arroyo Unamuno, del mismo distrito, también se despertaron ayer con sus hogares tomadas por el agua.
Informe: Elisabet Contrera.
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