“Como cualquier persona que haya visto un film de Quentin Tarantino puede atestiguar, nuestra cultura –occidental– no tiene mayores problemas en arrojar baldes y baldes de sangre. Salvo que la sangre salga de la vagina de una mujer, en cuyo caso se vuelve repentinamente inapropiada”, anota –no sin cierta perspicacia– la web Bustle al momento de presentar a Jen Lewis. Autodefinida “artista conceptual y diseñadora menstrual”, esta dama se vale de su propia “materia prima” al hacer obra, acaso siguiendo la línea de una tradición de destacadas –Judy Chicago (Menstruation Bathroom, 1972), Charon Luebbers (Menstrual Hut, 1996), Ingrid Berthon-Moine (Red Is the Colour, 2009), entre otras–. Como ellas, la muchacha se anima a desmontar un problema de antaño (el bendito tabú alrededor de la menstruación) y lo hace como mejor sabe: a través de piezas que no resignan belleza ni mensaje feminista. “Más allá de comunicar una idea singular, mi esperanza es estimular el debate y lograr que la gente hable abiertamente sobre el tópico; que Beauty in Blood demuestre que no hay por qué avergonzarse o tener miedo a referirse a este tema”, subraya la viralizada y festejada artista de San Diego, Estados Unidos.

Y, en efecto, Beauty in Blood –tal es el nombre de su flamante serie de imágenes– ha hecho olas, usando literales gotitas (“cada una diferente”) para crear imágenes ciertamente cautivadoras. Macrofotografías de la regla, sin mayores artificios que un petit acuario, una mezcla de agua dulce y salada, y el impredecible movimiento de la sangre menstrual que allí es derramada. Y fotografiada, dando lugar a resultados que recuerdan a flores, fuego, constelaciones, algodón de azúcar... En fin, de la copa menstrual al acuario, la auténtica naturaleza femenina abstracta. Por lo demás, Jen dice entender por qué algunas personas encuentren desagradable el uso de fluidos corporales para hacer obra, pero le gustaría “que analicen las causas para pensar de esa manera”. “Las referencias gore y la violencia gratuita están por todas partes en la cultura pop, pero es la regla la que ha sido completamente borrada del paisaje”, esgrime quien no se desalienta. Muy por el contrario, está convencida de que su trabajo puede ayudar a poner fin al tabú. Finalmente, acorde a sus propios dichos, “una declaración visual tan potente permite cambiar la forma en que muchos ven este proceso.” Que así sea.