Los sondeos de las tres cadenas de televisión lusa coincidieron en otorgar al líder histórico del Partido Social Demócrata (PSD y principal de la oposición parlamentaria) un holgado margen por encima del 50 por ciento de sufragios necesarios para ser proclamado presidente en primera vuelta.

Durante la campaña, Silva fue acusado de ejercer chantaje sobre el electorado por parte de sus rivales, ya que llamó a los votantes a asegurar una victoria en primera vuelta por lo que podía significar el impacto en los mercados y los gastos para el Estado el llegar a una segunda etapa electiva.

Además de la baja participación, la Comisión Nacional de Elecciones (CNE), reconoció que se habían producido fallos en el sistema informático y en la utilización del carné digital de ciudadano.

Tanto Cavaco como Alegre exhortaron a la población a acudir a las urnas y desafiar el duro temporal frío que vive Portugal, sumido además en una grave crisis económica que dominó las dos semanas de campaña electoral.

Si el escrutinio oficial de los comicios confirma la victoria del líder conservador, Portugal vivirá una nueva cohabitación política con el PSD en la jefatura del Estado y el primer ministro, el socialista, José Sócrates, en el poder Ejecutivo.

Silva tendrá cinco años más en la presidencia, que en el país luso otorga funciones de importancia como ninguno de los gobiernos parlamentarios europeos. Mientras Sócrates continúa en el mando de primer ministro, Silva tiene autoridad para presidir el Consejo de Estado, convocar a elecciones legislativas nacionales y regionales, para el Parlamento Europeo, nombrar al jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, designar exonerar al primer ministro sin autorización de la Cámara de Diputados y disolver el parlamento, entre otros.