El partido entre el tandilense Martín Del Potro y Djokovic estuvo cargado de épica y se convirtió en la semifinal de Wimbledon más larga de la historia, superando a la que en 1989 protagonizaron el alemán Boris Becker y el checo Ivan Lendl, que se enfrentaron durante cuatro horas y un minuto.

Del Potro, jugó a pesar de una lesión en la rodilla por la que estuvo a punto de retirarse del torneo. Aún así, durante el juego salvó dos pelotas en el cuarto set que levantaron al público de la pista central e ilustró uno de los momentos más intensos del duelo que quedará en la historia del torneo.

Djokovic, que cerró el partido con 22 saques directos y contrarrestó alguno de los saques de casi 210 kilómetros por hora que le llegaban del otro lado de la red. Del Potro gritaba de rabia cuando por milímetros fallaba alguna respuesta, mientras que el serbio lo felicitaba.

La exigencia del duelo fue extrema y ni la potencia ni la precisión podían ser las mismas en un cuarto set, en el que ambos jugadores quebraron el saque de su rival y se precipitaron hacia un nuevo desempate. Poco antes de que se cumplieran las cinco horas de partido, Djokovic logró una vez más doblegar al argentino al resto y, en esta ocasión sí, puso fin a un encuentro que le abre las puertas a la final.