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La prensa ecuatoriana siempre dijo que Valencia era el más parecido futbolísticamente al ídolo Christian "Chucho" Benítez, quien murió el año pasado por una peritonitis mal atendida, y el candidato natural a sucederlo. El técnico Reinaldo Rueda dudó y probó diversas variantes, pero al final apostó por Valencia, y el jugador le ha dado la razón al marcar tres goles en lo que va del Mundial, uno con Suiza en el debut y dos contra Honduras.

"Agradezco a Dios, a todos los que me ayudaron, a mi familia por el gran apoyo", dijo Valencia tras el partido. No tiene la excentricidad de "Chucho", no se hace los peinados estrambóticos y es menos capaz en el arranque individual, pero al igual que Benítez parece estar siempre en el lugar preciso.

Su gol ante Suiza y el segundo contra Honduras fueron idénticos: un tiro libre desde la izquierda ejecutado por Marlon Ayoví, y Valencia que levanta sus 1,79 metros de estatura para superar a zagueros más altos y rematar con cabezazos implacables. Una jugada, además, que los dos futbolistas han celebrado con frecuencia en su club actual, Pachuca de México.

En el primero contra Honduras, que significó el empate parcial, Valencia demostró su inteligencia para colocarse, al esperar en el segundo palo un centro desde la derecha de Juan Carlos Paredes.

El espíritu de Benítez, muy presente en la concentración de Ecuador en Brasil, parece hacerse presente, con un perfil más bajo, en Valencia, el hombre que ha dado satisfacciones mientras su tocayo de apellido Antonio, la figura estelar de la tricolor, se pierde en la opacidad.

Con el triunfo de hoy, Ecuador mantiene viva la opción de ir a octavos, aunque la derrota ante Suiza por 2-1, sufrida con un gol en el minuto 93, impide que dependa únicamente de sí mismo.