La policía británica trata aún de unir los distintos elementos del complot terrorista, que parece alcanzar la India, Australia, Jordania, Irak y comunidades en Escocia donde los musulmanes han coexistido sin problemas con miembros de otras religiones, y donde la mayoría está dispuesta a que las relaciones continúen de la misma manera.

A diferencia de enclaves musulmanes en el norte de Inglaterra, los musulmanes asiáticos en Glasgow no viven totalmente aislados. Clientes no musulmanes son comunes en restaurantes y en tiendas de comestibles de personas de religión islámica. Habitantes de Glasgow que lucen camisetas del equipo de fútbol local, los Rangers, comparten las veredas con ancianos musulmanes vestidos con largas túnicas y pantalones anchos comunes en Pakistán.

En las ciudades industriales del norte de Inglaterra donde se ha establecido buena parte de la diáspora asiática, el ultraderechista Partido Nacional Británico ha logrado hacer avances, gracias a su feroz retórica contra los musulmanes. Pero en Glasgow, la ciudad de Escocia con mayor cantidad de musulmanes, el partido carece de presencia, pese a sus insistentes esfuerzos por fomentar la división racial.

Los problemas de desempleo, de pobreza, de alcoholismo y de abuso de drogas, son compartidos por la comunidad y no están divididos a lo largo de líneas raciales.

Dos musulmanes son acusados de haber estrellado un Jeep Cherokee repleto de cilindros de gas y de gasolina en el terminal aéreo del aeropuerto de Glasgow el 30 de junio. Bilal Abdullah, de 27 años, un médico nacido en Gran Bretaña y criado en Irak, fue acusado el viernes. Kafeel Ahmed, de Bangalore, India, habría sido el conductor del jeep. Ahmed se halla hospitalizado con graves quemaduras, y hasta el momento no ha sido acusado. Otros seis han sido detenidos en relación al complot y a un intento por hacer detonar un vehículo cargado de explosivos en el distrito de teatros de Londres.