Hugo Romero, vecino de Barracas, dijo que "la antena fue colocada en 1998 en Santa Magdalena 363, y a partir de 1999 nos fuimos enfermando muchas personas de la zona".

Romero, quien señaló que sufre de constantes molestias, tales como dolores de cabeza y problemas para dormir, que atribuye a la instalación de la antena en el lugar, presentó el reclamo ante la Defensoría del Pueblo porteña, con el respaldo de unas mil adhesiones.

En declaraciones, el vecino dijo que "llegamos a la conclusión de que unos 100 vecinos fallecieron entre los que habitamos en esta zona".

Las antenas de celulares emiten radiaciones no ionizantes y existen investigaciones científicas que indican que los pobladores expuestos de forma continua a microondas, en un radio menor a 300 metros, experimentan consecuencias en su salud.

Entre ellas, figuran un incremento de abortos, cambios en la actividad eléctrica del cerebro y en la presión sanguínea, depresiones, insomnio, dolores de cabeza, fatiga y otras afecciones neurológicas.

Aún no existen estudios que confirmen estas consecuencias, pero, mientras tanto, la Organización Mundial de la Salud sugirió, como prevención, no superar un límite fijado de emisión.

En ese marco, países como Suiza, Italia, Suecia, Australia, Rusia y China no permiten la instalación de antenas a menos de 300 metros de casas.

Una resolución del Ministerio de Salud establece que esos aparatos no deben superar los 0,4 miliwatts por centímetro cuadrado para el caso de las antenas de teléfonos analógicos, y 1 Mw/cm2 para las de digitales.

Horacio Walter, director de Política Ambiental de la Ciudad, aseguró que la antena de Barracas "ambientalmente cumple con las normas y sus emisiones están por debajo de la normativa establecida", con lo cual descartó que esta estructura sea la causa de las muertes denunciadas.

Walter precisó que se realizaron las mediciones correspondientes, tanto a cargo de entidades reconocidas como desde la dirección de Control Ambiental porteña, que "dieron bien".