Cuando a comienzos del siglo pasado Numo o Noel Werthein comenzaban a construir en Miguel Riglos lo que luego fue su monumental empresa, pero vivían entre la gente de su pueblo, compartiendo la construcción de instituciones como el Club Sarmiento, cortándose el pelo con Falbo o tomándose un aperitivo con Zudaire, no imaginaban seguramente que un descendiente suyo, propietario hoy de Telecom Personal, instruiría firmemente a su personal para desatender los reclamos de los usuarios, y específicamente cortar las comunicaciones cuando se insistía en reclamos por facturaciones incorrectas, como es mi caso. Me recuerda una frase del nefasto Bustamante de Telefónica, quien me dijo una vez: “Si me pide un servicio por el que le cobraré, se lo doy al instante; si me reclama una devolución de dinero por un servicio que no le estoy dando, hágame juicio”.

Telecom Personal en asociación cuasi ilícita con empresas como Veraz y estudios de cobranza desoyen mis reclamos por servicios no prestados pero sí facturados, no atienden mis comunicaciones orales o escritas por su incumplimiento en un contrato, me maltratan telefónicamente y ni siquiera se dignan a escuchar o atender mi reclamo de mediación ante los Tribunales de Defensa del Consumidor.

Simplemente se limitaron a entregarme un chip defectuoso (como comprobaron sus propios técnicos), a no prestar el servicio que comprometieron y a pretender cobrar compulsivamente cifras astronómicas por el servicio no brindado.

Será que su cercanía a corruptos gobiernos de décadas pasadas le han contagiado al ahora presidente del Comité Olímpico metodologías que sus abuelos hubieran rechazado indignados.

Alberto Bocles

DNI 5.504.037