Martes, 12 de diciembre de 2006 | Hoy
Hace unos días debí tomar el tren de Ferrobaires con destino al pueblo de Castilla, donde vive parte de mi familia. El precio del pasaje en pullman aumentó durante noviembre de 9 a 15 pesos, poniéndolo cerca de los del transporte automotor, cosa que no estaría nada mal de no ser por el pésimo servicio. Voy a realizar a continuación un punteo del estado de los viejos y maltratados coches pullman asignados a la ex línea San Martín, que no justifican en nada el precio pretendido. Baños: no pueden ser calificados como tales, se pueden describir más bien como letrinas roñosas que no reciben limpieza desde hace muchos años. Carecen de agua en el lavatorio e inodoro, no hay jabón ni toallas y la iluminación funciona a menos del 20 por ciento. Ventanas: el 90 por ciento de los vidrios dobles están rotos y el 50 por ciento no permite ver hacia afuera, pues están empañados o llenos de tierra. Asientos: el 90 por ciento están vencidos, rotos o hundidos. Luces: de lectura, no funcionan. Del salón, funcionan al 50 por ciento. Pasillos y baños funcionan (cuando funcionan) al 20 por ciento. Es común cuando se detiene el tren que se corten todas las luces. Aire acondicionado: cuando funciona, es tan débil que es preferible que se pudieran abrir las ventanas. No hay matafuegos ni elementos para abrir las ventanas ni alarmas ni freno; además, el interior de estos coches es íntegramente de madera, lo que los hace especialmente peligrosos. Ruido: el mal estado de los coches los hace directamente inaguantables, todos los elementos flojos producen un concierto que sólo se acalla en las paradas. La tarifa ahora pretendida merece por parte de Ferrobaires una contraprestación acorde. Hubiese sido lógico antes de aumentar el precio del boleto un 70 por ciento al menos dar una lavada de cara a los coches con agua y jabón. Tampoco hubiese llevado a la Provincia de Buenos Aires al quebranto la compra de toallas, papel higiénico, jabón y algunos elementos simples como lamparitas, vidrios, martillitos y matafuegos. Si el objetivo de encarecer el servicio sin dar nada a cambio es espantar pasajeros, Ferrobaires está en la senda correcta.
Juan Tosi
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