DEPORTES › EL ENFRENTAMIENTO ENTRE LAS ORGANIZACIONES

La Copa Davis y el circuito profesional pelean por dinero

La FIT, que quiere conservar el prestigio de la Davis, apunta contra la ATP y la WTA, que sólo quieren más dólares.

 Por Sebastian Fest

“Señoras y señores, estamos matando nuestro deporte.” La frase resonó la semana pasada durante una elegante cena londinense y es el reflejo de la lucha de poder en el tenis, donde todos parecen sospechar de todos, en especial del “modelo Disney” que intenta imponer el nuevo jefe de la ATP, el sudafricano Etienne De Villiers. “El circuito está enfocado a conseguir más dinero, algo comprensible. Pero nosotros somos los guardianes de la esencia de nuestro deporte”, dijo Francesco Ricci Bitti, presidente de la Federación Internacional de Tenis (FIT), que quiere preservar su “joya” –la Copa Davis– y no está dispuesta a ceder ante las presiones de la ATP para cambiarle la cara al circuito.

No le será sencillo resistir, porque el tenis, que desde hace décadas es objeto de la lucha entre “tradicionalistas” y “modernizadores”, es un deporte sin conductor claro. Cada entidad se reparte una parte del poder: la FIT controla los reglamentos, la Copa Davis, la Copa Federación e indirectamente los Grand Slam. La ATP y la WTA manejan los circuitos masculino y femenino y negocian lucrativos contratos de televisión.

¿Qué es lo que quiere De Villiers?, se preguntan los observadores del tenis. Tras 15 años con el estadounidense Mark Miles al frente de la entidad, el estilo es hoy completamente diferente. De un estadounidense se pasó a un sudafricano, de un hombre con antecedentes en la política se pasó a un empresario especializado en el entertainment en el mundo del espectáculo, un hombre que labró su carrera en la Walt Disney Company.

De Villiers habla mucho, habla con todos y dirige reuniones en las que despliega un histrionismo poco común en el a veces plano mundo del negocio del deporte. Pero los próximos meses en el tenis pueden parecerse bastante a una sucesión de subidas y bajadas, de euforias y decepciones.

Es el caso de Mercedes-Benz, uno de los principales patrocinadores del tenis masculino, con diez millones de dólares al año. La revista alemana Capital publicó la semana pasada que la automotriz quiere dejar la ATP y el tenis cuanto antes para concentrarse en el golf, la moda, la música y, con cuentagotas, el fútbol. Nada de tenis. Quiere vincularse al mundo del espectáculo y la diversión. Y es toda una paradoja que deje el tenis por eso, justamente cuando el tenis quiere ser más “fashion”, “entretenido” y multimillonario que nunca antes.

Una de las claves de todo el proyecto De Villiers es la reestructuración del calendario para 2009. Quiere crear “mini Grand Slam” y otros torneos reforzados en todo el mundo. Apuesta a ganarse a los jugadores incrementando sensiblemente el dinero que reciben, pero crea recelos entre los torneos. Mientras, la WTA, que tiene el envión de los 88 millones de dólares que le paga Sony Ericsson por seis años de contrato, está embarcada en una acelerada carrera por hacer del tenis algo cada vez más glamoroso. “El deporte es entretenimiento, claro. Pero debe ser creíble”, advierte Ricci Bitti.

Ian Wight, director del torneo de Queen’s, es el autor de la frase en que denuncia que se está “matando” al tenis. “¿Es economía o delirio que un jugador pueda cobrar tres veces más que el campeón de un torneo solo por presentarse en él?”, se preguntó. Wight denuncia así las “garantías”, prohibidas en los ’70 y ’80 y legales ahora, que permiten a los torneos asegurarse la presencia de estrellas pagando fuertes sumas por anticipado.

“Creo que lo que dijo Ian es un poco irónico. Nadie le está poniendo una pistola en la cabeza. Pero sí, tenemos que manejar mejor nuestro torneos”, admite De Villiers, cuyas relaciones con Ricci Bitti no son, por decirlo de algún modo, óptimas.

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