La Argentina es un gran país de América latina. Como tal, tiene innumerables y enormes problemas sobre los cuales cada argentino debe asumir responsabilidad sin distraerse con cantos de sirenas y exigir la que le cabe a su gobierno. Como todo pueblo que busca su destino, el pueblo argentino haría bien en ejercer el pensamiento crítico, en tener cuidado con quienes desde el poder intentan fijar la atención sobre los actos ajenos (obsérvese al presidente de un país como Irán proclamando como gran prioridad la destrucción de Israel mientras los iraníes se debaten entre los terremotos y el fanatismo regresivo), cuidado con el nacionalismo mal entendido, cuidado con los que ponen a la gente contra la gente alimentando temores irracionales.

Las economías de nuestros países se recuperan gracias a que las crisis mejoraron las tasas de ganancias de los negocios, porque la gente trabaja más barato y los dólares rinden más. No hay nada que agradecerle a ningún gobierno que en mayor o menor medida haga lo que tiene que hacer.

“Dice mi pueblo, que puede leer, en su mano de obrero el destino, y que no hay adivino ni rey, que le pueda marcar el camino que va a recorrer”, canta Alfredo Zitarrosa.

Javier Aguilera

D.N.I. Nº 1.747.092