Jueves, 27 de julio de 2006 | Hoy
CONTRATAPA › CARTAS
De un corto tiempo a esta parte decimos con frecuencia que el tejido social está deteriorado y que tenemos que recomponerlo en un ejercicio de ciudadanía declamativa que nos caracteriza a los argentinos, como lo atestigua el índice de participación ciudadana recientemente trabajado para Latinoamérica.
Sería interesante que, mientras pensamos qué hacer, miremos la diferencia que hay entre remiendo y zurcido cuando se piensa en recomponer un tejido. Ambas son acciones remediativas. En el primer caso colocamos parches, no importa si son o no del mismo material, con el estilo que tan bien nos caracteriza a los argentinos: el “atarlo con alambre”. En el segundo caso el material es el mismo, elegido con cuidado y trabajado con responsabilidad al estilo de nuestras abuelas.
Otro tema es cambiar de tejido porque el conocido no es el adecuado ni en tiempo ni en espacio; es remediativo en su función y constructivo en su objetivo, siempre en consenso y al mismo tiempo. Es un proceso que lleva tiempo por definición, diría, antónimo del ¡ya!
Y como al decir de Leopoldo Marechal, “la mejor manera de salir de un laberinto es por arriba”, y a modo de comenzar al mismo tiempo en todos los nodos, propongo que cada uno de los ciudadanos miremos qué podemos hacer desde nuestro tiempo y espacio de manera individual, y desde las organizaciones a las que pertenecemos en la que he dado en llamar “Campaña de la hezkuela a LA ESCUELA”. Tomo la escuela como eje en el más amplio sentido de superación de nuestra permanente discencia, poniendo en ejercicio nuestra docencia cotidiana en su bondad implícita.
El aprendizaje, la caligrafía y la ortografía del nombre de la campaña no denotan error o acierto sino diagnóstico y propósito. Partimos de una escuela deteriorada (como parte que es del tejido social del que hablamos) y vamos hacia la escuela con mayúsculas que supimos conseguir como comunidad, recuperando al mismo tiempo el sentido que ésta tiene de indispensable para el desarrollo humano y recuperándonos del escepticismo por el que desvalorizamos nuestra participación como ciudadanos, ubicándonos a lo sumo en una gestión periférica.
Ana Rosa Abrahín
DNI: 1.814.840
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