DEPORTES › URUGUAY EMPATó 1-1 CON COSTA RICA EN EL CENTENARIO Y SE CLASIFICó AL MUNDIAL

Vamo, vamo arriba la Celeste

El equipo del Maestro Tabárez cerró la lista de 32 participantes que lucharán por la gloria en Sudáfrica 2010, certamen que contará con todos los equipos que alguna vez se adjudicaron el título de campeones del mundo.

 Por Facundo Martínez

La selección uruguaya de fútbol, después de ocho años de búsqueda tras el frustrado repechaje que perdió frente a Australia en 2005, volvió a clasificarse a un Mundial. Con un cabezazo de Sebastián Abreu, empató ayer 1-1 –goles de Abreu y Centeno– frente a Costa Rica en el partido de vuelta por el repechaje entre la Conmebol y la Concacaf (1-0 en la ida) y así se convirtió en el último de los 32 participantes en conseguir su boleto a Sudáfrica 2010, con una particularidad: fue al que más le costó, ya que de todos los participantes, la Celeste es la selección que más partidos debió jugar para lograr su boleto, 20 en total (18 por las Eliminatorias sudamericanas y 2 en el repechaje).

Uruguay llegó al partido con la tranquilidad que le había dado el 1-0 conseguido la semana pasada en el estadio Ricardo Saprissa, en San José. Salió a jugar con convicción, pero la visita aguantó la embestida y hasta se animó a manejarle la pelota, aunque sin profundidad. El segundo tiempo fue todo fricción y eso terminó favoreciendo a los locales, que apenas probaban suerte con remates de Forlán desde afuera. Tabárez mandó a Abreu a la cancha y en la segunda que tocó, a los 70 minutos, el ex delantero de River y San Lorenzo puso el 1-0 que desató la euforia en el Centenario, que duró poco porque, a los 73, Costa Rica logró descontar con un remate frontal de Centeno tras una serie de rebotes en el área.

Los últimos minutos fueron terribles, con invasión del campo de juego por parte de algunos periodistas y auxiliares del equipo uruguayo que fueron a prepear a los suplentes del equipo visitante. Hubo piñas, pero la policía intervino con celeridad y tras cuatro minutos de interrupción, en medio de un clima enrarecido, el encuentro se reanudó. Ya sobre el final, Saborido se escapó solo y pudo darle el triunfo a Costa Rica, pero definió desviado. En el Centenario no volaba ni una mosca. Para colmo, el árbitro suizo Massimo Busacca adicionó siete minutos de juego. Fueron tensos, sobre todo para los locales, que terminaron festejando a lo grande.

“La historia debe continuar”, reza imperativa la bandera que los hinchas uruguayos bajaron como cada vez que juega la Celeste desde lo alto de la tribuna Olímpica del mítico estadio Centenario. Cinco estrellas se pueden ver en el trapo. Dos corresponden a los campeonatos mundiales que los uruguayos lograron en 1930 y 1950, otras dos hacen referencia a los campeonatos olímpicos de 1924 y 1928, la última estrella está vacía y es un llamado a la gloria futura.

Esa estrella no ganada y la curiosidad de haber sido el único país con dos federaciones de fútbol que funcionaron simultáneamente, la AUF y la FUF, hasta que, producto de la confusión que eso provocaba, el gobierno uruguayo debió interceder para disolver la FUF, son algunas de las particularidades de la rica historia del fútbol uruguayo. Alcanza para ilustrar una famosa anécdota de Obdulio Varela, capitán y dueño del carácter del equipo que le ganó la final a Brasil en el Maracaná.

Cuenta la leyenda que el Negro Jefe compró un diario carioca, que en la previa a la final sacó una foto del equipo local en la tapa con la leyenda “Acá están los campeones del mundo”. Enojado, se compró todos los ejemplares en el quiosco y los dispuso en el piso del baño de su habitación de hotel, invitando a sus compañeros a orinarlos... En esa final en el también mítico estadio de Río de Janeiro, frente a 170.000 hinchas brasileños, los uruguayos dieron vuelta un partido que perdían por 1-0 tras un gol de Friaça y se llevaron el triunfo con goles de Schiaffino y Ghiggia. Esa gesta heroica, que por su dramatismo se convirtió en uno de los grandes momentos de la historia del fútbol mundial, recibió el nombre de Maracanazo y, sin dudas, fue la génesis de la denominada Garra Charrúa.

Curiosamente, a pesar del nacimiento de esa mística guerrera, la selección uruguaya nunca más volvió a jugar una instancia definitoria en un Mundial. Aunque en 1980 se adjudicó el título de un torneo no oficial, la Copa de los Campeones del Mundo, más conocida como el Mundialito.

En campeonatos mundiales, quedó cuarta en Suiza 1954 y México 1970, séptima en Inglaterra 1966, decimosegunda en Chile 1962, decimotercera en Alemania 1974, decimosexta en México 1986 y Italia 1990, vigésimosexta en Corea-Japón 2002 y no clasifició para los mundiales de Suecia 1958, Argentina 1978, España 1982, Estados Unidos 1994, Francia 1998 y Alemania 2006, que sumados a los de Italia 1934 y Francia 1938, de los que no participó, suman un total de ocho, sobre dieciocho mundiales disputados.

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